Llevo años yendo a este restaurante. En familia, amigos, pareja… puedo entender cambios de dueño, de calidad, encarecimiento de precios (la inflación nos afecta a todos)… pero no la mala educación. Cuando llegaron los platos de pasta la camarera no sabía ni lo que servía, cuando preguntamos, salió otra camarera a decirle que daba igual, que había mucha gente (el restaurante no estaba ni mucho menos lleno) y que no tenía tiempo de esas cosas, que dejara los platos en la mesa donde fuera y luego nosotros nos las apañáramos. Los platos eran difíciles de distinguir porque los trajeron mal, (el pesto no tenía albahaca por ni ni un lado). Los que pidieron pizza tuvieron que esperar una hora (de reloj) tras traer las pastas, tanto es así que otra camarera se acercó para preguntar si queríamos postre cuando la mitad aún no había probado bocado. Cuando finalmente vinieron las pizzas la misma camarera maleducada no quiso tampoco decirnos qué servía… a la pregunta de “de qué es esa pizza” nos contestó de muy malos modos que si no sabíamos qué habíamos pedido… bien podíamos haberlo olvidado después de 2 horas esperando, pero en cualquier caso la razón de que no pudiéramos reconocer las pizzas a ojo es que nuevamente venían mal. Ni una sola disculpa por parte de esta camarera, solo prepotencia. Viviendo cerca es una pena decir que tras tantos años no volveré. Errores los puedo pasar, pero la mala educación no.