Pongo una estrella, aunque lo que debería poner es una reclamación. Burger King situado enfrente del Palacio de Congresos.
Llegamos el martes 27 de junio a las doce menos cuarto y nos dicen que cierran a las doce y media por lo que, en principio, había margen de sobra.
Han tardado 55 minutos en servir el pedido, por lo que nos han dicho que ya era para llevar y han cerrado las puertas. Mi concepto de "comida rápida" era otro.
Había clientes, pero no tantos como se suelen ver en cualquier restaurante de comida rápida un fin de semana normal.
Cuando les digo que me van a cerrar el párking y que iba a tener que dejar el coche allí toda la noche, la respuesta ha sido falta de respeto y muy mala educación.
Eran 4 sirviendo los pedidos: dos chicas y dos chicos.
Una de ellas, con muy mal gesto (no sé si enfado o desmotivación), se movía como a cámara lenta y solo cogió velocidad salió del restaurante. A las doce y cinco ya empezó a protestar y a decir que los pedidos ya eran solo para llevar. De hecho, cogió bandejas ya preparadas y las pasó a bolsas, por lo que tardaron el doble, al rehacer todos los pedidos. Los que estábamos esperando no nos lo podíamos creer.
De los dos chicos, el que parecía llevar las riendas no controlaba la situación, pero el otro no sé cómo puede conservar el puesto con esa actitud chulesca.
Con la mitad de personal, pero bien seleccionado, funcionarían mucho mejor.
Entiendo que estén cansados, desmotivados o lo que sea e incluso soy comprensivo con su torpeza al organizarse (quizás no estén bien formados por la empresa) pero si no pueden tratar con respeto a los clientes deberían dejar trabajar a otros que sí quieran dar un trato digno. Un trato decente es lo mínimo que debemos exigir.
Por cierto, no había visto la cantidad de malas reseñas que tienen. Si las hubiera visto, no hubiera elegido ese sitio. Y lo peor es que a todas generan una respuesta casi idéntica de agradecimiento por el feed-back, aunque es evidente que no intentan resolverlo, porque siguen lloviendo malas críticas.
Afortunadamente, hay mucha competencia en la zona y probaremos suerte con otros sitios.
A este, mejor...
Read moreVengo del aeropuerto, estábamos muertas del hambre y nos hemos parado aquí. Nos ha atendido un chico moreno, con moño.
Teníamos tanta hambre que no sabíamos ni que elegir para comer y él nos ha ayudado con las ofertas que había y las diferentes opciones de hamburguesas. Cuando ha terminado de mandar la comanda a cocina nos ha dicho que si estábamos contentas con la atención, nos invitaba a escribir una reseña y le he dicho que perfecto.
Como he leído los comentarios que había publicados, he preferido esperar a terminar la experiencia para poder escribir realmente como ha sido.
Cuando nos ha entregado el ticket, nos ha comentado que podemos hacer una encuesta para recibir gratis un helado y un café y así poder tener el postre sin gastar más dinero (cosa que no hacen muchos empleados).
Realizamos el pedido a 16:22 y nos lo han entregado a las 16:27. Creo que 5 minutos como tiempo de espera es totalmente correcto para comer una hamburguesa bien hecha.
La comida estaba caliente y muy buena. Las unidades de kétchup que nos han entregado están perfectas para dos personas. No nos ha hecho falta más.
La temperatura estaba genial, ya que en la terraza hacía fresquito y la música me ha encantado, he estado apunto de pedirle la playlist.
Entiendo que al haber poco personal en días más concurridos, la espera sea más larga y la atención al cliente se vea dañada por el estrés y los nervios. No ayuda tampoco mucho los comentarios que escribe el propietario, siempre usa la misma frase y los clientes se sienten ignorados. Hay cositas en las que reflexionar.
Esta ha sido mi opinión. Gracias de antemano a quien se haya tomado un ratito de su tiempo para leer este textaco que os he plantado!
Esta...
Read moreEn un universo donde la entropía siempre crece, uno esperaría que, al menos en un restaurante de comida rápida, el caos pudiera ser mitigado con un sistema eficiente y una experiencia que cumpla con las expectativas más básicas. Sin embargo, la reciente visita a Burger King en la zona este se asemeja más a un colapso del orden que a una simple comida. El pedido de una Whopper con extras de lechuga y otros ingredientes parece haberse desvanecido en algún rincón oscuro del multiverso, pues llegó incompleto, falto de elementos esenciales como el ketchup y, lo que parecía ser un detalle trivial, la mitad de las cosas simplemente no estaban.
El lugar estaba lleno, una suerte de caos termodinámico donde la energía, en lugar de fluir hacia la satisfacción del cliente, se disipaba en la indiferencia del personal. La reducción de los extras es quizás uno de los aspectos más intrigantes, si no fuera por lo desesperante que resulta. Las tres alitas recibidas no parecían provenir de un pollo, sino de un animal más pequeño, casi subatómico, tan diminutas que uno se pregunta si se han comprimido a escala cuántica para abaratar costos.
Lo más lamentable, sin embargo, fue la absoluta indiferencia hacia dos niñas que, durante 20 largos minutos, esperaron pacientemente por un simple helado. La imagen de estas dos pequeñas, ignoradas y decepcionadas, es una metáfora perturbadora de la falta de atención y empatía que permea el establecimiento.
En este microcosmos de mala gestión, se confirma que, a veces, las leyes de la termodinámica aplican también al servicio: la energía se dispersa, el caos aumenta, y el cliente, inevitablemente, termina...
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