El bar está bien y es agradable. La camarera joven morena que nos atendió fue amabilísima y muy profesional, al igual que su compañero con gafas, ahora, la camarera rubia mayor parecía que le molestara tener clientes, un trato muy desagradable que nos ha amargado la experiencia y nos ha provocado ganas de irnos y no repetir, por no hablar de cómo trataba a sus compañeros. Dejando a un lado el saber trabajar y la empatía básica de un ser humano, aunque solo fuera por la imagen que se da a los clientes, debería aprender a dirigirse a sus compañeros como lo que son: personas que desempeñan de la mejor manera posible su trabajo. Los dueños tendrían que plantearse que esto es un trabajo de cara al público y ladrar no es forma de tratar a los clientes y mucho menos al resto de trabajadores que son los que tienen que sufrir su compañía durante horas. Si volvemos y la vemos, no nos sentaremos.

Recalco una vez más la amabilidad y profesionalidad del resto de camareros anteriormente citados, con gente así es como se gestiona un negocio. Gracias a ambos.