Francisco and Jacinta's House

“La Vía Sacra” es el camino rural por el que los pastores conducían su rebaño desde Aljustrel hasta los prados de Fátima. Hoy es un camino peatonal perfectamente delimitado por un murete de piedras y cemento de menos de medio metro de altura, a veces roto por las encinas que han crecido al lado o en medio de él. También hay templetes que marcan las estaciones del Vía Crucis cada ciertos pasos. El suelo está cubierto de adoquines salvo en la zona central que está enlosado para facilitar el paso a las sillas de ruedas o de gente con movilidad reducida. A lo largo de la Vía Sacra hay monolitos con placas con inscripciones de palabras dichas por la Virgen del Rosario o salidas de la boca de Lucía, la niña que sobrevivió más tiempo. No había muchos peregrinos porque a casi todos los llevan en autobús por la carretera, así que tenía todo el camino para mí. Esta zona se ha convertido en un parque porque está rodeado además de por las encinas hay multitud de árboles frutales y la vegetación está bastante cuidada y controlada para que no se pierda entre las zarzas. Justo al llegar al pueblo empezamos a ver la proliferación de tiendas de recuerdos con imaginería religiosa o con productos típicos de la zona como vinos y productos embotados, entre ellos tarros de miel y mermelada. Cuando ya no sabíamos por dónde seguir me fijé en un gran cartel en una casa con la imagen de los hermanos Marto, Francisco y Jacinta. Me acerqué para ver qué decía, y vi una pequeña placa en la pare en la que pude intuir en portugués que era la Casa de los hermanos. Así que fue grata mi sorpresa porque ni yo mismo sabía lo que estábamos buscando. Entramos libremente porque no había turistas ni visitantes. Encendí el interruptor de la luz de una habitación, y enseguida vino una mujer mayor para ver qué hacíamos. Montse le preguntó si podíamos pasar, aunque ya estábamos dentro, y ante su respuesta afirmativa seguimos dentro de la habitación. Allí estaba la cama donde murió Francisco, que era la típica cama antigua con el cabecero de hierro forjado. Una cama pequeña pero confortable para la época. El resto de la decoración de las paredes tenía fotos de la familia e imágenes de la Virgen de Fátima. La señora no hablaba nada de español pero nos entendía casi todo, no así nosotros porque ella sólo hablaba portugués, pero intuíamos casi todo lo que decía. También vimos el pequeño salón principal donde la chimenea era el objeto principal con unos pequeños bancos bajo la campana conductora de humos, y hogar donde se encendía el fuego para hacer la comida. Luego pasamos a otra sala donde tenía sus objetos de venta para el fiel peregrino o el turista que colecciona recuerdos. Nos explicó varias cosas sobre la familia de los niños, entre otras cosas, que ella es su sobrina porque los padres tuvieron 6 hijos, de los que sobrevivieron 4. También nos dijo que la casa de enfrente es donde vivieron más tiempo, y fue allí donde murió Francisco pero en la cama que vimos en la primera habitación. Montse le compró un azulejo con la imagen de la Virgen de Fátima cuando se le apareció a los pastorcillos. Luego nos despedimos sin ver la casa de enfrente porque creo que no se visita aunque tiene un cartel. Emprendimos el camino de vuelta hasta que a unos metros Montse se encaprichó de una ovejita en otra tienda de recuerdos porque este animal también es símbolo de Fátima, o mejor dicho, de los pastores que contemplaron la aparición. Se estaba haciendo tarde por lo que decidimos regresar sin demora cuando no serían más de las 19:45 hora local. Como ninguno de nosotros se había estudiado esta parte de la visita no sabíamos que poco más abajo se encuentra la casa donde vivió Lucía. Así que presos de la ignorancia dejamos atrás este interesante lugar. En Google Maps en el ordenador se localizan enseguida estos puntos importantes pero la versión para móvil no muestra todos los detalles.