La antigua Colegiata de Covarrubias es un templo construido a finales del siglo XV sobre una iglesia románica del siglo XII. Covarrubias es una antigua villa medieval amurallada que conserva muy bien la fisonomía del medievo, con edificios históricos como el Archivo del Adelantamiento de Castilla o la Torre de Fernán González, además de la Colegiata. La entrada general cuesta 4 euros/pax y está abierto todos los días, excepto martes, de 10:30 a 14 y 16:30 a18:30. Las visitas son libres con una audioguía a través de códigos QR. A ciertas horas y con un mínimo de 6 personas hacen visitas guiadas a 5 euros/pax. En la visita se accede al claustro románico, la iglesia y un pequeño museo de arte sacro con algunas importantes obras de pintores y escultores de los siglos XV y XVI. La iglesia, construida en estilo gótico tardío, tiene planta de cruz latina con crucero y con dos naves laterales y una nave central más alta y ancha, cubiertas con bóvedas de crucería sustentadas por anchas columnas. En los laterales se abren varias capillas destacando la de los Santos Mártires Cosme y Damián, patronos de Covarrubias, que fueron torturados y decapitados durante las persecuciones cristianas del emperador Diocleciano a comienzos del siglo IV. En la fachada principal se abre un gran rosetón lo que le da, junto a las ventanas en los muros, una gran luminosidad al interior de la iglesia. A la iglesia se accede a través de una puerta con arquivoltas simples que se encuentra tras un pequeño atrio cerrado por una verja de hierro. A lo largo de la iglesia se pueden ver más de una treintena de sepulcros funerarios en piedra con figuras yacentes, pertenecientes a importantes familias de los siglos XVI y XVII. Los más destacados son los sepulcros del conde Fernán González y su esposa Doña Sancha que se encuentran en el presbiterio. Estos sepulcros son del siglo IV y fueron trasladados a esta colegiata en el año 1841 desde el cercano monasterio de san Pedro de Arlanza, el cual había sido abandonado tras la desamortización de Mendizábal en 1836 y del que, actualmente, se pueden visitar sus ruinas. En la colegiata cabe destacar el retablo mayor, de estilo barroco, así como el coro que se encuentra a los pies de la iglesia junto al magnífico órgano del siglo XVII. Contiguo a la entrada hay una pila bautismal de origen románico. Anexo a uno de los muros de la iglesia se encuentra el claustro del siglo XVI, construido en estilo gótico aunque ya con ciertas influencias renacentistas. En una de las galerías del claustro está el sepulcro gótico de la infanta Cristina de Noruega, primera esposa del infante Felipe, hijo de Fernando III y hermano de Alfonso X el Sabio. La princesa fue enterrada aquí por orden de su esposo, el cual había sido abad de esta colegiata abandonando la carrera eclesiástica al contraer matrimonio. Según una creencia popular se dice que la princesa Cristina murió de pena por la añoranza que sentía hacia su tierra en Noruega. El museo posee una importante colección de orfebrería, pinturas y esculturas sacras con obras de artistas como Jan van Eyck o Alonso Berruguete. Aunque la obra más importante es el tríptico de la Epifanía de Gil de Siloé, una obra maestra de la escultura gótica del siglo XV. Merece mucho la pena la visita a esta antigua Colegiata, y por supuesto dar una vuelta por el pueblo de Covarrubias, sin duda uno de los más bonitos y encantadores de la...
Read moreUn lugar con una historia increíble, lugar de peregrinaje para los seguidores de la princesa Kristina de Noruega. La visita guiada imprescindible
Debido a las alianzas castellanas y noruegas dentro del Sacro Imperio Romano Germánico, se llevó a cabo el compromiso matrimonial en 1257 de la princesa con el aspirante al Sacro Imperio Romano Germánico, el infante Felipe de Castilla, hermano del rey Alfonso X de Castilla, el Sabio, porque dicho matrimonio era conveniente tanto para Alfonso X como para Haakon IV.[1] Los reinos nórdicos deseaban abrirse cada vez más al resto de Europa y comerciar con ella, y Haakon había emprendido una activa política diplomática y de lazos culturales con otros países.
En el verano de 1257, acompañada por el embajador Loðinn leppur, Cristina emprendió el viaje por mar desde Tønsberg (Noruega), cerca de Oslo, hacia Castilla, (España). Después de hacer escala en Inglaterra, y ante rumores de piratas existentes en el golfo de Vizcaya, el séquito, formado por más de cien personas, siguió a pie y a caballo a través de Francia, entrando por el Condado de Barcelona en la península Ibérica. La Nochebuena la celebraron en Burgos en compañía de las monjas del monasterio de las Huelgas. Llegaron a Valladolid, en donde esperaba el rey sabio, a través de Soria , donde enfermó en los alrededores de la Laguna Negra,y Palencia.
Tras el matrimonio en la Colegiata de Santa María de Valladolid el 31 de marzo de 1258, la pareja se estableció en Sevilla, donde ya residía el infante. Nunca se recuperó de la enfermedad producida por la distancia que la separaba de su lejano y añorado país y contraída a lo largo del viaje, en tierras sorianas , y posiblemente hizo que la princesa sucumbiera de melancolía, muriendo en 1262 en la capital hispalense sin dejar descendencia.
Su marido, que antes de su matrimonio había sido abad de la Colegiata de San Cosme y San Damián de Covarrubias hasta la edad de 21 años y más tarde obispo de Sevilla, hizo enterrar a su esposa en el claustro de la Colegiata de Covarrubias en un sepulcro gótico, de piedra labrada con una arquería de 10 vanos y un friso superior de roleos.
En el año 1958, cuando se estudiaron los sepulcros de la Colegiata de San Cosme y San Damián de Covarrubias por miembros de la Academia Fernán González, en uno de ellos se encontraron los restos de una mujer que llevaba puestos ricos ropajes incorruptos con restos de bordados de oro y piedras preciosas. También llevaba joyas que indicaban su alto linaje. Junto al cuerpo momificado se encontraba un pergamino con versos de amor y una receta para tratar el mal de oídos con «xugo de ajo», fórmula remedio que aún utilizan algunos habitantes de la zona. Medía 1,70 centímetros, una altura no habitual para las mujeres castellanas del siglo xiii, pero algo normal en las mujeres de Europa del Norte. También tenía intacto su pelo rubio y sus uñas rosadas. El 13 de mayo de ese año, se le rinde un homenaje consistente en el descubrimiento de una lápida conmemorativa colocada sobre el sepulcro de la Infanta.[2]
Cuenta la leyenda que, aquellas doncellas solteras que quieran encontrar el amor, sólo tienen que ir hasta el sepulcro de la princesa y tocar la campana existente en el claustro gótico para que la princesa les ayude a encontrarlo, y que su amor sea más dichoso que el que ella...
Read morePésima visita guiada. Ya sea uno historiador del arte o visitante inexperto, lo que quiere es que se le hable de historia y de arte. De iconografía cristiana también, claro, pero el tipo que hace de guía solamente nos habla de religión: que si las enseñanzas de Jesús, que si la evangelización, que si la universalidad del cristianismo, que si la Iglesia no es una institución anclada en el pasado, que si gracias al apóstol Santiago tenemos cristianismo en la Península…, es decir, las típicas arengas propias del sacerdote en su homilía y que tanto me recordaban a las que me enseñaban en mi colegio de monjas.
El presunto guía da comienzo la visita sin parar de repetir (hasta en 12 ocasiones) que a modo de regalo invertirá parte de su tiempo a explicar muy brevemente la Colegiata y su claustro, puesto que “dichas partes no forman parte del recorrido”. Tal vez le daría tiempo a decir más datos si no nos recordara la amabilidad de su tan presumido “regalo”. Por tanto, se hace caso omiso a las tumbas de las infantas, el sepulcro de Kristina de Noruega, las piezas expuestas en el claustro, la capilla de San Cosme y San Damián… Que de toda la vida se explicaban.
Tras el claustro da comienzo la visita. Cuando llevamos aguantando el responso más de 20 minutos ante las dos tablas que abren la colección, y antes los resoplidos de los asistentes, se nos dice que ya hemos llegado a la mitad de la visita, puesto que el resto va a ser “más de lo mismo” y “no necesitaría de más explicaciones”.
Y así es, en 20 minutos despacha el resto de piezas ahora sin parar de repetir que “debe darse prisa para no solaparse con la siguiente visita”.
El museo es una maravilla, pero ha perdido encanto con esos cajones granates que se hicieron con motivo de la exposición de “Las edades del hombre”. Ya que cobran 5€ (4€sin guía) podrían molestarse en limpiar las huellas y churretes de la vitrinas, las telarañas del siglo pasado, adecentar el jardín del claustro (que da algo más de pena que asco), barrer y fregar las salas… En fin, dignificar una visita que tanto debe aprender de su vecina Silos.
No puedes perderte el Tríptico de los Reyes Magos, la Virgen de la Sabiduría, y las respectivas tablas de Diego de la Cruz y Pedro Berruguete.
Entiendo que el guía recibe instrucciones sobre el adoctrinamiento de fieles que debe imperar en la visita, pero si quieres aprender sobre lo expuesto te recomiendo prescindas de ella. ¿Dónde quedaron las magistrales explicaciones...
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