Arquitectónicamente hermosa por fuera, obviamente no al nivel de las grandes catedrales españolas, pero siendo un pueblo de escasos habitantes es más que reseñable. Digo hermosa por fuera y no por dentro, de dentro no digo nada ya que no pasé, no puedo pagar 6 euros por pasar a todas las catedrales de España, ni a todas las iglesias con pretensiones de catedral. ¿En esto ha quedado el culto cristiano? ¿Cuándo le dimos la llave de nuestras catedrales a los usureros? Recuerdo aquél famoso episodio bíblico en el que Jesús de Nazaret expulsaba a los comerciantes de su templo. Qué pensaría ahora que el propio templo ha sido comercializado... Ahora no existe ni fe, ni religión, ni cristianismo, a no ser que pagues. La justificación está en ese pequeño mando-telefonillo que te cuenta la historia de la catedral, o en ese museo que todo lugar tiene con cuatro restos puntuales, o en esa conservación de templos milenarios en la que ahora se pone más énfasis que nunca, todo lógicamente enfocado a sangrar al iluso que paga sin rechistar, o al turista al que se le sangra hasta por respirar. Entrar y encontrarse una taquilla en cada maldito lugar. Y un biombo, porque si no tienes dinero no mereces ni observarla de lejos, desde la puerta. Todo el que sea cristiano y haya leído las escrituras sabrá la tremenda contradicción que esto supone, es una contradicción casi irrisoria, un buen ejemplo de la destrucción de la cultura en favor del euro, o del dólar. Ya ni los españoles podemos entrar a nuestras catedrales. Ni los cristianos venerar a nuestros santos, ni a Dios. En sus moradas han colocado a los usureros.

Dinero, dinero, dinero. Esa es la nueva religión.