Hemos ido muchas veces. Hemos probado varias de las opciones de cafetería que tienen. A veces el café no parece de especialidad, pero otras veces sale muy bien.
El cortado está bien.
El doble machiatto no es nada del otro mundo.
El capuccino italiano estaba quemado.
El Flat White estaba bien
El caramel estaba bien, aunque ese día la chica se confundió y le habíamos pedido uno de vainilla.
En cuanto a la comida:
Las medialunas dependen del día y la hora. A veces llegan secas, otras veces regular, y una vez llegaron muy ricas. Pero se nota que no son hechas ahí.
El Cheesecake no está mal, pero no lo volvería a pedir.
El brownie con nuez es muy grande, aunque podría estar más húmedo.
El crumble de manzana estaba espectacular caliente.
El lugar tiene para estar adentro y afuera. Afuera, hay mucho ruido, pero se puede estar en un lindo día. Lo único malo es que tardan más en atenderte y no te ven tan rápido si pedís algo.
Adentro, hay bastantes mesa para el poco espacio que hay, aunque es acogedor.
Muy bien los baños.
La estética es hermosa realmente, y queda muy bien en la esquina, aunque es cierto que es pequeño.
En cuanto a la atención, hemos tenido buenas y malas experiencias. Si vas temprano, te atienden súper bien, lo mismo que al mediodía o durante las primeras horas de la tarde. Ya pasadas las 16:30/17:00, te van a estar apurando y no te sentís muy bienvenido.
Una gran crítica a las botellitas de agua que te dan, que siempre tienen oxido en las tapas y se queda pegado a la boca del frasquito de vidrio.
Seguramente seguiremos yendo de vez en cuando y probando más opciones, esperando que mejoren la atención de la tarde.