Pongo una estrella porque no puedo poner menos. Aparentemente el sitio está muy bien tanto por la situación que tiene como por la carta. He de decir que llegamos a unas horas que estaba cerrada la cocina, por lo que preguntamos nada más entrar si se podía pedir, y el camarero de la barra, un chico moreno y con gafas nos atendió muy amablemente ofreciéndonos sentarnos en mesa. Por desgracia, no puedo decir lo mismo del camarero que nos atendió, un hombre moreno, muy repeinado que más preocupado por los clientes, estaba por su melena... Nos atendió que parecía que le estaba costando la vida, le pedimos un trapo para limpiar la mesa (puesto parecía que estaba sucia) y nos contestó de forma muy arrogante y sobrada. En cuanto a la comida decir, que nos ofreció platos combinados diciéndonos que se demorarían demasiado, y bocadillos, optamos por tapas frías y un bocadillo caliente, que al momento de pedirlo me vaciló diciendo que no podía ser, "porque la cocina estaba cerrada" por lo que finalmente elegimos un bocadillo de jamón, el cuál estaba muy seco y tenía 5 lonchas. Al ponernos las tapas, lo hizo de una forma que casi tira los platos de la mesa, e inmediatamente nos trajo la cuenta, por lo que nos quitó todas las ganas de tomar un café. Cabe decir, que estando en la sala, dos de sus compañeros le llamaron la atención por el ruido que estaba haciendo al recolocar las mesas y sillas. No sé cómo personas así, pueden trabajar de cara al público. Imagino que son muchas horas, pero ninguno nos vaciló ante las preguntas que le hicimos. Una lástima, que estando de turismo por la zona, no vayamos a venir nunca más. No recomendable.