Por donde empezar... Creo que compartiendo su eslógan "No nos conformamos con dar de comer, queremos crear emociones" pues dicho y hecho... Emociones pero de las buenas... Dimos con este restaurante por pura casualidad buscando donde poder comer un domingo de resurrección que viajábamos de vuelta a casa a deshoras, todo sea dicho... Buscando algún restaurante de camino, apareció Bar Canijo, no teníamos grandes expectativas ciertamente, nos bastaba con qué tuvieran ensaladilla y alguna otra opción vegetariana y claro que nos dieran de comer a las 16:30, de manera que llamamos para verificar el horario y si, nos dijeron que allí estaban ininterrumpidamente hasta la noche y no solo eso... Que tenían carta vegana/vegetariana y que a la hora a la que llegábamos no hacía falta reserva... Con esta llamada, ya comenzó la experiencia de gozo... Una vez en local, nos pareció acogedor y modernito, tiene diferentes ambientes en los que estar, la zona del bar, un saloncito muy cuco y dos terrazas, una de ellas cubierta, optamos por el bar porque a esa hora de un día lluvioso era donde había movimiento y nos apetecía estar con gente. Nos atendió Alberto, gran hombre,... Pedimos nuestra deseada ensaladilla rusa, seguida de unas croquetas (¡Croquetas vegetarianas! De la carta específica vegana-vegetariana que tienen) de setas y para terminar dos hamburguesas veganas de judías pintas, que finalmente se quedaron en una ya que a esa hora ya no tenían más, pero fue más que suficiente así, porque, menuda hamburguesa! Doble y deliciosa y lo mejor, casera, las croquetas y la ensaladilla también deliciosas, terminamos de comer con la sensación de habernos nutrido sin hincharnos... Luego pedimos un café y un té que por una confusión nos sirvieron con agua en lugar de con leche, que era mi preferencia y me lo cambiaron sin ningún problema ni coste alguno y además tenían diversas leches vegetales... Y lo mejor de todo el precio de la experiencia global, súper ajustado teniendo en cuenta todo lo que allí se nos ofreció además de la deliciosa y variada comida. Pudimos estar en el sitio todo el tiempo que nos apeteció porque si bien es cierto que había trasiego constante de clientes no se sentía presión por que termináramos, más bien al contrario, agustísimo que se estaba. Gracias a Alberto por su trato y a sus suegros por la idea y la puesta en marcha de este estupendo restaurante, que desde luego, cumple con lo prometido. Volveremos a probar esos deliciosos desayunos que vuestra carta sugiere.