Una experiencia gastronómica para repetir una y mil veces
Corococo es de esos lugares que no solo se disfrutan por lo que comes, sino por cómo te hacen sentir. Desde que entras, dejate llevar por una experiencia auténtica.
La cocina es simplemente espectacular. Cada plato está pensado con mimo, con ingredientes de primera calidad y una presentación que entra por los ojos antes incluso de probarlo. Se nota la pasión del equipo en cada bocado: sabores equilibrados, toques creativos y una fusión perfecta entre tradición y modernidad.
Pero lo que realmente eleva la experiencia es el trato del personal. Cercanos, atentos y profesionales, siempre con una sonrisa y dispuestos a recomendarte lo mejor según tus gustos. Es cierto que, en momentos de mayor afluencia, el servicio puede tardar un poco más de lo habitual, pero la espera se comprende y se compensa con creces por la calidad del resultado y el excelente trato recibido. Aquí, todo se hace con calma y cariño, y eso se agradece.
En resumen, Corococo no es solo un restaurante: es una experiencia completa. Ideal para una cena o comida especial, para compartir con amigos o simplemente para regalarse un momento de buen gusto y excelente atención....
Read moreFuimos una noche a picar algo. Una paloma (ensaladilla sobre corteza de trigo), plato de jamón ibérico y unas patatas bravas. La calidad es buena, la paloma muy rica, las bravas, con la salsa aparte porque eran bravas de verdad. El jamón no incluye pan y para 15€ de precio nos pareció algo elevado respecto de la cantidad que lleva la ración. No tener carta con los vinos y sus precios y que la camarera te lo tenga que cantar sin saber precio no me suele convencer en general. La camarera llevaba la sala, barra y terraza, algo estresada, por lo que el servicio se ralentiza cuando va llegando gente, y en cocina creo también solo una persona. No sé, nos faltó algo de feeling para volver, porque la comida...
Read moreComo en casa, pero mejor
Este sitio es una joya, de esas que encuentras y no quieres compartir para que no se llene. Las camareras, más majas no pueden ser, te tratan como si te conocieran de toda la vida, con esa cercanía que solo se encuentra en los pueblos.
La comida, madre mía, qué espectáculo. Todo casero, con sabor a tradición, pero con un puntito moderno que sorprende. Pedí un arroz, y te juro que sabía a gloria. Y el postre, una delicia que aún estoy saboreando.
El ambiente, acogedor y sencillo, como estar en la casa del pueblo, pero con todo el cuidado del detalle. Un sitio que te deja el corazón calentito y el estómago feliz. ¡Para...
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