Espectacular.... Un lugar "escondido" en un entorno en el que sus caminos empedrados, escaleras de piedra y los edificios te transportan a otra época. Unas vistas espectaculares desde la terraza, un local con una decoración actual pero que no se enfrenta al entorno rústico, se amolda a él. La comida; en este caso un entrante de tortos de maíz con revuelto de merluza y oricios, sabroso, riquísimos los tortos ( para el que sepa de ello...no, no estaban hechos en freidora) pero un sabor suave, apto para todos (si, niños y turistas también). Después tuve la enorme suerte de poder comer unos callos caseros, un plato que no aparece en carta pero se incluye en lo que antes te comentaba el camarero: " y hoy además tenemos....". Una excelente opción que de un día a otro puede pasar por , esos callos, una fabada tradicional, unas "fabes con centollo" etc. Con los callos ya hace falta tener una cierta idea... riquísimos, muy buena textura, punto justo de sal y un toque picante...no estaban "camuflados" con picante, solo el tono que percibes ligeramente al acabar el bocado. Se que resulta paradójico elogiar unos callos en un restaurante "de pescado" pero es un plato que se incluye entre mis debilidades..y no me pude resistir... por delante de la lubina, el pixin o el rodaballo que tenía disponibles. Ya incluiré los comentarios sobre el pescado en la siguiente visita...😋 El servicio... espléndido. Un trato que pasó desde "muy correcto" al principio a cordial y amistoso y que acabo, en mi caso, ganándose un cliente de "los de toda la vida" que fue la sensación con la que abandone el local. Un último apunte respecto a los precios, por los comentarios de otras reseñas.. No se puede comprar un Ferrari a precio de Twingo.... A buen entendedor...