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Restaurante El Semáforo de Finisterre — Restaurant in Fisterra

Name
Restaurante El Semáforo de Finisterre
Description
Nearby attractions
Faro de Fisterra
Cabo Fisterra, s/n, 15155 Fisterra, A Coruña, Spain
Nearby restaurants
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Hotel El Semáforo de Finisterre
Cabo Fisterra Road, 15155, A Coruña, Spain
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Restaurante El Semáforo de Finisterre
SpainGaliciaFisterraRestaurante El Semáforo de Finisterre

Basic Info

Restaurante El Semáforo de Finisterre

VPMH+98, 15155 Fisterra, A Coruña, Spain
4.0(91)
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spot

Ratings & Description

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attractions: Faro de Fisterra, restaurants:
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+34 607 77 82 40
Website
hotelsemaforodefisterra.com

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Faro de Fisterra

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Faro de Fisterra

4.7

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Reviews of Restaurante El Semáforo de Finisterre

4.0
(91)
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1.0
16w

Un lugar muy bonito, pero todo lo demás es una absoluta vergüenza. A pesar de los malos comentarios que leí previamente, quise ir para ver con mis propios ojos si algunas cosas eran ciertas y la sorpresa que me llevé fue de todo menos grata. Precios excesivamente inflados, hasta el punto de que te están estafando. Hay muchos lugares en los que el mismo marisco es más barato. No pueden poner medias raciones de cosas que yo misma sé (de primera mano) que le han puesto a otras personas (por ser conocidas o influyentes). También, a estas personas que conozco de primera mano, no cobran el agua (por ser de km 0), sin embargo a mí sé que me la cobraron. Todo esto lo dije en su momento y las explicaciones fueron las siguientes: de los longueirón no pueden poner media “porque las piezas están contadas y no pueden dividirlas”. Vinieron 10 unidades, ¿no podían poner 5 unidades en la media?. Claro que no podían, pero no porque no pudieran dividirlo, sino porque el abuso de precio es tan grande que poner tan solo 5 unidades en un plato iba a “cantar” demasiado. del agua, el hombre no sabía responderme, y en 3 ocasiones me respondía cosas distintas a lo que le estaba preguntando. ¿Por qué he visto tickets con agua a 0€ y sé de personas a las que no se le ha cobrado y a mí sí? Una de las cosas principales que quería saber era desde cuando se estaba cobrando el agua… y el camarero respondía que el agua “la rellenan porque viene de manantial”. Sin sentido. Como cuando te preguntan la lección en la escuela y contestas “churros con colacao”.

Por otra parte, desde el primer minuto que nos sentamos en la mesa, el camarero regalándonos el oído sin parar de decir cosas galantes o cumplidas, sin que esto tuviera algún sentido. No sé qué pretendía pero se le notaba desde lejos que quería caer bien con chulería, pero yo valoro la profesionalidad, cosa que le faltaba. Decir también que vi muchos trabajadores extranjeros en la cocina, de hecho no llegué a ver ningún español en ella (no sé si había alguno) y esto me indica que el personal que no está de cara al público lo contratan como mano de obra barata. Esto lo digo sin prueba de causa pero conozco cómo funcionan muchos de estos negocios y no me sorprendería que funcionaran con este patrón viendo a qué nivel estafan al cliente. Observé además que, gran parte de la clientela era gente con dinero que no le importa gastárselo donde sea, independientemente de la calidad del servicio, comida o incluso de la relación calidad-precio del producto que consumen.

No me quedé con el nombre del camarero, pero era mayor de unos 50 años y no era extranjero. De lo peor que he visto en mi vida, mala profesionalidad enmascarada con intentos de tratos amables sutiles, pero a mí es complicado engañar. Finalmente pagué lo más rápido que pude y quise largarme de allí para no volver jamás. Tienen un local único y precioso, del que usan para aprovecharse de la gente sin descaro alguno.

Que no se me olvide el detalle también de la falta de profesionalidad de servicio, no respetando los tiempos en que traían los platos a la mesa, agolpándose los distintos platos en la mesa sin terminar. No era confortable y no sé si quizá había prisa, a pesar de no ser ni las 10 de la noche.

A parte de esto, comentar que, por la zona de fuera va muchísima gente (jóvenes y mayores) a ver el atardecer precioso (sin consumir), lo digo como recomendación para poder disfrutar del lugar tan bonito como es el cabo de finisterre. E incluso, hay más gente por los alrededores que en el...

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1.0
1y

We found the seafood/fish to not be the best quality, which was surprising... it definitely didn't compare to any of the other restaurants we've visited around this area in the last couple of weeks.

The bathroom was a mess (you need a code to enter which usually means they're kept in good order), there was no soap, no hand paper towels, a broken hand dryer with exposed wires hanging over the sink.. I told the waiter about it because I hoped to be able to wash my hands properly the next time, but he appeared to laugh about it with his colleagues.. no action was taken and when I visited again an hour later, there was also no toilet paper as well as everything else still missing...

Confused about the Michelin mention and also the low number of Google reviews because it doesn't appear to be a new place... strange.

I hope they improve because they have a great location, but good management and staff are needed to get it in a better...

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3.0
17w

El punto fuerte de este local es si ubicación, vista espectacular, puesta de sol, etc., pero a partir de aquí el resto de la experiencia no está a la misma altura. Vamos con comida; servicio de pan malo (1'50 por cada panecillo cuya textura parece del día anterior), pedimos pulpo brasa (muy normalito), longueiron (buenas pero llegan completamente frías a la mesa), croquetas (buenas) y un bacalao (bueno). En cuanto al servicio nefasta experiencia: fuimos ubicados en una de las mesas bajas que se encuentran en la zona de barra donde nos atiende todo el tiempo una señora o señorita (no se su nombre pero es la única que hay en esta zona). Si reservas aquí y eres ubicado en esta zona mejor solicita cambio de zona o sal de allí porque la probabilidad de que seas mal atendido por esta persona es muy alta. Su actitud es bastante distante, nula simpatía, cero empatía. Pedimos para beber agua y una botella de vino blanco. El agua vienen 2 botellines pequeños sin más explicación, la botella de vino me levanto a reclamarla cuando ya tengo el primero de los platos en la mesa, el vino llega caliente cuando tenemos en la mesa los dos platos siguientes. Cero disculpas. Estás cosas las puedo llegar a entender, un mal día lo tiene cualquiera pero me he tomado la molestia de leer otros comentarios y no somos los únicos que hemos tenido problemas con esta señora.Solicito la cuenta y la trae junto con datáfono e indicando importe de viva voz. Le indico que espere porque me gusta repasar la cuenta. Tras hacerlo hago el pago con tarjeta a su jefe. Y a partir de aquí viene el espectáculo más surrealista y lamentable que me ha pasado nunca en un restaurante cuando después de pagar los 110 euros de la cuenta y fuera del local de camino hacia mi vehículo aparece persiguiendonos esta señora y gritando que nos hemos ido sin pagar la cuenta. Tras pasar la vergüenza correspondiente y aclarar las cosas con el dueño está persona ni tan siquiera se ha disculpado, si que lo hace el dueño Jacinto al que desde aquí le repito lo mismo que le dije en su local, tienes en esa zona de tu restaurante lo que comúnmente llamamos una asesina de clientes, de ti depende ponerle remedio. Dedicarse a la profesión de la hostelería requiere más cualidades aparte de tirar cañas y poner platos sobre una mesa, los clientes vienen a disfrutar y no merecen ser atendidos por personas tan poco profesionales como está señora o señorita que tienes a cargo de esta zona de tu establecimiento. Es completamente inaceptable que te sigan a gritos diciendo que te fuiste sin pagar si no tienes completa seguridad de ello, por lo tanto no recomiendo para nada este restaurante y si pese a todo quien lea esto ha decidido reservar aquí.....si la persona que te va a atender es esta chica mejor vete de aquí sin tomar nada porque la mala experiencia es...

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L&CL&C
En O Semáforo de Fisterra, donde la tierra se rinde al océano y el tiempo parece detenerse, vivimos una experiencia que trasciende lo culinario. Tres peregrinos, cansados pero llenos de ilusión, encontramos refugio en la mesa de su cafetería, donde Débora, Fernanda y Jacinto nos ofrecieron algo más que un servicio impecable: nos regalaron humanidad. Esa hospitalidad genuina que no se encuentra en ningún manual, sino en el alma de quien entiende que la mesa es un lugar de encuentro y reconciliación. El menú fue un viaje en sí mismo. Las almejas, recién traídas del Atlántico, hablaban de tradición y frescura en cada bocado. Las croquetas, suaves y reconfortantes, parecían un abrazo hecho masa. El bacalao, cocinado con una precisión que revela respeto al producto, y la ensalada de bogavante, un homenaje al equilibrio entre sofisticación y sencillez. Cada plato contaba una historia que conectaba con el lugar, con la brisa salada y el sonido del oleaje que enmarca este espacio único. Pero lo que más nos conmovió fue la generosidad de quienes nos atendieron. Admiramos profundamente a personas como Débora, Fernanda y Jacinto, que dejan sus propias familias para dedicar su tiempo y cariño a quienes llegan a su mesa. Ese sacrificio, que para muchos pasa desapercibido, es lo que convierte una simple comida en un acto de cuidado y amor. Nos sentimos acogidos, como si fuéramos parte de algo más grande, y esa sensación no tiene precio. En un mundo que avanza a toda prisa, O Semáforo nos invita a detenernos y a recordar que, al final del camino, lo esencial no es el destino, sino cómo y con quién lo compartimos. ‘Donde termina el camino, comienza la eternidad. Porque no hay final, solo un nuevo horizonte.
Jini LeeJini Lee
Nicely decorated restaurant but dish+utensil were dirty. Ordered halibut and it stink so much and I couldn’t finish it. My friend ordered fish of the day (hake) and it was okay. Steamed vegetable comes with main dish and no taste to it. It’s in great location, so you pay for the view, not for food or service. Bar side staff were kind, but not in restaurant especially a guy who were sitting behind check in desk.
Dido ArendtDido Arendt
La comida no vale lo que cuesta. El pulpo a la Feira sin gusto, las papas duras e insípidas, los guisantes sin hacer, muy aceitoso todo, y en el fidegua de samonete literal 4 trocitos de pescado. En cuanto entramos por la puerta el jefe comenzó a mirarnos con malas caras por ser peregrinos y tener el aspecto que teníamos tras más 100 Kms andando. Mucho caché, mucho caché pero en el baño de las damas no tenían ni jabón. Y si hubiese tenido un mínimo de elegancia e inteligencia no hubiese presupuesto a partir de nuestra apariencia el dinero que teníamos en nuestras cuentas corrientes (quizás incluso habríamos gastado más). Ah, y por cierto, nos cobraron el agua del grifo, algo que es ilegal en España desde el 2022. Desde luego completamente desaconsejable. Merece más la pena bajar al pueblo y comer ahí y no morir al palo de esa calidad de mentira solo porque es "el único restaurante del fin del mundo" y "tiene unas vistas increíbles" (spoiler: No, porque no se ve nada).
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En O Semáforo de Fisterra, donde la tierra se rinde al océano y el tiempo parece detenerse, vivimos una experiencia que trasciende lo culinario. Tres peregrinos, cansados pero llenos de ilusión, encontramos refugio en la mesa de su cafetería, donde Débora, Fernanda y Jacinto nos ofrecieron algo más que un servicio impecable: nos regalaron humanidad. Esa hospitalidad genuina que no se encuentra en ningún manual, sino en el alma de quien entiende que la mesa es un lugar de encuentro y reconciliación. El menú fue un viaje en sí mismo. Las almejas, recién traídas del Atlántico, hablaban de tradición y frescura en cada bocado. Las croquetas, suaves y reconfortantes, parecían un abrazo hecho masa. El bacalao, cocinado con una precisión que revela respeto al producto, y la ensalada de bogavante, un homenaje al equilibrio entre sofisticación y sencillez. Cada plato contaba una historia que conectaba con el lugar, con la brisa salada y el sonido del oleaje que enmarca este espacio único. Pero lo que más nos conmovió fue la generosidad de quienes nos atendieron. Admiramos profundamente a personas como Débora, Fernanda y Jacinto, que dejan sus propias familias para dedicar su tiempo y cariño a quienes llegan a su mesa. Ese sacrificio, que para muchos pasa desapercibido, es lo que convierte una simple comida en un acto de cuidado y amor. Nos sentimos acogidos, como si fuéramos parte de algo más grande, y esa sensación no tiene precio. En un mundo que avanza a toda prisa, O Semáforo nos invita a detenernos y a recordar que, al final del camino, lo esencial no es el destino, sino cómo y con quién lo compartimos. ‘Donde termina el camino, comienza la eternidad. Porque no hay final, solo un nuevo horizonte.
L&C

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Dido Arendt

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