Entrar a Bar Casa Miguel es una experiencia difícil de olvidar, y no precisamente por algo bueno. El olor a fritanga te recibe antes incluso de cruzar la puerta, un aroma que parece provenir de un aceite que ha visto más años que la propia Constitución.
La camarera parece vivir en otro mundo. Pedí una Coca-Cola Zero Zero en botella de cristal, con toda la claridad posible, y me trajo una lata de Coca-Cola normal. No sé si es cuestión de despiste o de una filosofía personal de ignorar los pedidos al detalle.
El billar del bar es digno de estudio. La mesa parece haber sobrevivido a varias catástrofes naturales, y los tacos, estoy seguro, los fabricó Al Qaeda antes de mandarlos al bar como un último castigo. Intentar jugar es una batalla campal contra las paredes, las escaleras y el espacio reducido. No hay ángulo en el que no acabes chocándote, y las barras de las escaleras están tan sucias que podrías crear una nueva civilización microscópica con lo que hay en ellas.
Los cacahuetes son otro nivel. No solo parecen vivos, sino que juraría que uno de ellos me hizo un gesto. Comer uno es jugar a la ruleta rusa con tu salud. Mientras tanto, la cocinera está fuera fumando tranquilamente. Nadie sabe si se lava las manos antes de volver, y lo cierto es que prefiero no imaginarlo.
El gerente, en lugar de aportar algo positivo, se une al espectáculo. Lo invitas a una partida de billar, te gana, y ni se molesta en ofrecer una revancha. Se limita a aprovechar el momento y luego desaparece. Es increíble que este hombre no tenga un informe del Ministerio de Salud en su contra o que no esté en la cárcel por permitir semejante desastre.
Si algún día Chicote entrara a este lugar, lo más probable es que declarara la zona como inhabitable y pidiera que la cerraran por razones de seguridad nacional. Podría llegar con un equipo de limpieza, un grupo de exorcistas y un abogado, y aun así no sería suficiente para salvar este bar.
Bar Casa Miguel no es solo un mal bar, es una experiencia de supervivencia. Si decides visitarlo, que sea bajo tu propio riesgo y con una buena dosis...
Read morePedido realizado por Uber Eats 21:40h. En comentarios he dejado una nota con mi teléfono personal para que el repartidor llame, y no pique al timbre, porque hay un niño durmiendo. El repartidor llega y PICA AL TIMBRE, abre de un portazo, entrega el pedido y se va con mucha prisa, SIN COBRAR EL PEDIDO. Esperamos a que se pusieran en contacto con nosotros telefónicamente, pero no lo hicieron hasta que a las 00:20h, VUELVEN A PICAR AL TIMBRE. Era el repartidor reclamando el dinero, ¡CORRECTO! Acto seguido, llamamos al dueño para reclamarle que en notas habíamos puesto que no se picase al timbre por el niño, y que el mismo repartidor picó dos veces en la noche. Y el dueño solo reclama su dinero (40€). Recalco que pedimos por PLATAFORMA Uber Eats, donde sale nuestra DIRECCIÓN DE DOMICILIO , y TELÉFONO PERSONAL, para que se pongan en contacto con nosotros. Y somos clientes que pedimos de media unas dos veces al mes, y vivimos cerca del local. Entiendo que quiera sus 40€ para el cierre de caja, pero al igual que se preocupa por su dinero, debería preocuparse por el bienestar del cliente. Y también recalco que en el menú Sándwich XXL mixto de dos pisos, ni vino con la cecina como ingrediente del sándwich, ni vino con las patatas del menú. Sí vino con una fanta limón. Y aparte se pidió otra Fanta LIMÓN y dos Coca-Cola's Zero, y decidieron mandar, las Coca-Cola's Zero y una fanta NARANJA. (También hemos pedido un cachopo.) Equivocaciones cometemos todos, pero lo de picar al timbre (dos veces), es imperdonable. Si no confías en clientes habituales, que pasen al día siguiente a pagarte al local, yo no confío en pedir y que no me pique al timbre, aún dejándolo escrito en notas. NO...
Read moreAnoche pedí para cenar con amigos: 1 Sartén Asturiana 1 Cachopo de Ternera Casa Miguel XXL
Paso a comentar: Al rato de hacer el pedido, te llama una chica (22:42 horas) para decirte que tu pedido tardará algo más de la cuenta debido a que están con mucho trabajo. Le agradezco la llamada y hasta luego. Estoy a 5 minutos en moto del restaurante, pero queríamos estar en casa con nuestro ambiente. A las 23:50 me llega el pedido.
La sartén asturiana (8,5€) Un plato lleno de patatas fritas, con unos trozos de chorizo y dos huevos frito. Huele a mal estado. La probamos y directa a la basura porque efectivamente está en mal estado. Ninguno nos atrevimos a comernos esa cosa.
El cachopo de ternera (28€) "Jamón york, jamón serrano, queso y pimientos. Acompañado de patatas." Nos pareció un precio caro para ser la mitad del plato patatas fritas. Las cuales llegaron frías. El cachopo no estaba mal.
Si me hubieran puesto estos platos en otros países del mundo donde hay restaurante comida española estoy seguro de que hubieran estado mejor que aquí. Y hablo con conocimiento de causa.
Que no venga Alberto Chicote, porqueeeeeeeeeeeeeeee..!
No, no...
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