Llevaba tiempo queriendo visitar este restaurante y cuando fui la decepción fue mayúscula. Llamé para reservar mesa y de paso ver el fútbol. La chica me aseguró que podría ver la televisión y el partido del momento. Ya por teléfono me atendió con prisa y ansia, cosa que me extrañó pero aún así reservé mesa. Una vez en el local (excesivamente pequeño) me encontré que si tenían televisión pero estaba sin sintonizar y de fútbol ni hablar. Pese a eso decidimos quedarnos. La atención que recibimos fue confusa: Pedimos al poco de entrar y después de estar 15 minutos esperando la cena volvieron a nuestra mesa a tomarnos de nuevo la comanda, mucho desorden pese a que eramos apenas 2 mesas. A este suceso le acompañó que el jefe del local no dejó de echar gritos/amenazar a sus empleados en todo el rato que estuvimos allí, las broncas eran constantes e incomodas. Ante tal frustración general crucemos los dedos para que las pizzas estuvieran al nivel pero ni eso: masa pobre y contenido carente, de las pizzas mas escasas que hemos probado. Salimos del restaurante con hambre y con poco mas de 30€ menos (y eso que no quisimos ni tomar postre)