Bar Salazar

Casi 20 años yendo allí y, aunque bastante caro, con una calidad excelente y un servicio fabuloso, por lo que pagas con gusto. Ayer nos dimos cuenta de la dejadez del personal, la comida (hamburguesas y sándwiches) casi una hora tardó en aparecer y sólo había 3 mesas para atender, interior vacío. Eso ya te da qué pensar, un sábado de agosto casi vacío cuando el resto de locales del pueblo están hasta arriba.

Mayonesa y ketchup caducados, algunos hasta 3 meses, las hamburguesas incomibles y con regusto amargo, el sándwich vegetal con el atún deshecho y muy mal aspecto con una mezcla de salsa mayonesa y cebolla caramelizada (no sé desde cuándo un vegetal la lleva) que parecía un compango que no se podía comer sin sufrir, la tercera botella de agua que pedimos caliente como un caldo. La mojama antes tenía una presentación impecable, con sus almendras con piel en el mismo plato y un corte fino, no cortada como si fuera un filete.

Eso sí, el ticket bien engordado, ni se molestaron en ofrecer cambiar la comida que no se podía comer cuando reclamamos. Tampoco descontaron nada, solo cuando protestamos lo hicieron y tampoco tanto como deberían.

Para mayor decepción cuando nos íbamos salió el dueño poco menos que a decirnos que son manías nuestras y que no habíamos comunicado nada y que era imposible que las salsas estuvieran caducadas desde mayo, todo ésto acompañado de su cigarro encendido. La educación brillaba por su ausencia. Evidentemente, sí lo dijimos, cuando vimos el aspecto y sabor de la comida, a un camarero que nos sugirió echar la comida al gato que rondaba por la terraza.

Y ahora responderá el dueño diciendo que no hemos salido de casa nunca y florituras por el estilo... Ahí se ve la educación.