Fuimos a comer un grupo de amigos, 8 personas. La atención d las camareras fue muy agradable, no son grandes profesionales del sector pero si MUY atentas, educadas y con ganas de dar buen servicio. Pedimos varios entrantes, las croquetas deliciosas, y las bravas nada mal. Yo pedí una hamburguesa, que no era nada extraordinario, y que además venia con un pan con semillas de amapola con muy buena pinta, cuál fue mi sorpresa al morderlo y ver que estaba seco, rancio y duro por algunos lados, en fin, descongelado de mala manera. La lechuga estaba literalmente negro en algunas partes y la guarnición son patatas chips, que personalmente me parecen una aberración en la comida, pero esto de las patatas es cosa mía, cuestión de manías. El resto de amigos no parecian estar descontentos con su comida, pero a mi marido la ensalda de guarnición, de nuevo, se la sirivieron negra y podrida, más desagradable si cabe, porque estaba a simple vista, por lo que el cocinero no debió darle importancia a que el plato se lo fuese a comer un ser humano, y la camarera ni miró a el plato antes de servirlo, o no quiso mirar... Los postres bastante ricos, la tarta Nociolla buenisima. Y el brownie muy buena y con una textura de 10, aunque le faltaba un poco de helado de acompañamiento, que bien se puede cubrir con el precio. La terraza es muy agradable, el entorno es tranquila y la variedad de la carta es enorme. Me dió la sensación de que es un sitio en el que se come muy bien, pero lo pillamos en un mal día. Importante: al quejarnos sobre la lechuga, salió el encargado/ dueño? a disculparse por ello con unos modales exquisitos. Repito que la atención fue genial.