La actual Catedral católica de la ciudad de Périgueux, está dedicada a San Frontis y sustituye desde el año 1669 a la anterior que actualmente es una iglesia dedicada a San Esteban. Fue diseñada inspirándose en la Basílica de San Marcos en Venecia, y tiene planta de cruz griega. Sus cinco cúpulas con torretas son una clara muestra de la relación arquitectónica con los templos orientales, en los que se inspiraron los arquitectos encargados de esta obra. Actualmente todas las cúpulas tienen una disposición simétrica y son del mismo tamaño. En cuanto a su historia, debe destacarse que del monasterio de Saint-Puy que era el edificio medieval originario, apenas queda parte de la iglesia y una parte del claustro romano en el lado sur. Se reconstruyó parcialmente en la época gótica, aunque la restauración que le dio su actual aspecto se produce en el s. XIX. Cuando Paul Abadie acomete la remodelación del templo en 1852, decide demolerlo prácticamente en su totalidad. Asi una vez libre de las imperfecciones que dejaron los maestros de la Edad Media, puede llevar a cabo las ideas de la restauración del s. XIX: reconstruir, reinventar y perfeccionar. Este magnífico edificio llama la atención por sus grandes dimensiones y su majestuosidad. En la visita hay que irla descubriendo desde la entrada por el nártex: una vez atravesada la puerta de madera, descubrimos la nave en toda su grandiosidad, el espacio nos parece inmenso debido a la altura de las bóvedas y la profundidad de los pasillos. Una vez ahí, el coro atrapa toda nuestra atención por su maravillosa cruz de esmalte. Desde el exterior, y ya desde el otro lado del puente que atraviesa el rio por el que se llega a la ciudad, las vistas de la Catedral son extraordinarias y destaca su estilizada torre sobresaliendo sobre el resto de sus cúpulas.