La iglesia de San Pedro de la Rúa se encuentra en el casco histórico de Estella en lo alto de un cerro. A los pies del templo está la calle San Nicolás, parte del Camino de Santiago, y enfrente el palacio de los reyes de Navarra, el único edificio civil románico de Navarra que se conserva, hoy reconvertido en museo dedicado al pintor Gustavo de Maeztu. Estella fue fundada en el año 1090 por Sancho Ramírez, rey de Aragón y Pamplona, dotándola de fueros y privilegios y creando alrededor un recinto amurallado, convirtiéndola en una importante ciudad en el Camino de Santiago. Es la iglesia más antigua de Estella. Su construcción, a los pies del castillo de Zalatambor, data de principios del siglo XII en estilo románico. De este castillo hoy día tan solo se pueden ver las ruinas, ya que en 1572 Felipe II ordenó su demolición, la cual se hizo mediante voladuras, lo que provocó que buena parte de sus piedras cayeran sobre el claustro de la iglesia destruyendo dos de sus galerías. Se trata de un templo inicialmente románico, de grandes dimensiones que da sensación de fortaleza. La iglesia está formada por tres naves con una de las naves laterales más ancha que la otra debido a lo abrupto del terreno en el que se asienta. A un lado se levanta una torre campanario rectangular de aspecto defensivo con un gran número de saeteras en los laterales y en su frente un ventanal ojival gótico, abierto posteriormente para dar mayor luminosidad al interior. A partir de 1256 San Pedro de la Rúa se convirtió en la iglesia mayor de Estella, con lo que se realizaron ampliaciones y reformas en estilo gótico. Del templo románico se conserva la portada principal, una joya del arte tardorománico aunque con una cierta influencia de un gótico temprano. La portada, de principios del siglo XIII, está formada por un arco apuntado, con ocho arquivoltas abocinadas decoradas con figuras geométricas y vegetales, rematadas en su base por un arco lobulado de herradura rodeado por una moldura en forma de dientes de sierra, en cuya clave se puede ver un medallón con un Crismón. En este Crismón las letras Alfa y Omega están intercambiadas a derecha e izquierda. Las arquivoltas se apoyan sobre ocho columnas a cada lado con capiteles con decoración vegetal y geométrica, y sobre éstos unas impostas profusamente decoradas. Las jambas están formadas por columnas dobles sobre las que se apoyan capiteles decorados con figuras mitológicas más propias del gótico, grifos, arpías, una sirena e incluso un centauro, simbolizando los pecados capitales. Esta portada guarda muchas similitudes con las de las iglesias de Santiago en Puente la Reina y la de san Román en Cirauqui, ambas en el Camino de Santiago. El interior la iglesia es de tracería gótica de los siglos XIV y XV. Está cubierta con una bóveda de medio cañón con arcos fajardos sostenidos sobre anchas columnas. La cabecera está formada por tres ábsides semicirculares, con el central más ancho y cubiertos con bóvedas de horno. En el ábside central hay una curiosa columna cuyo fuste está formado por tres serpientes entrelazadas entre sí y cuyas cabezas conforman el capitel sobre el que se apoya el arco de la capilla de la Virgen, con una talla policromada del siglo XIII de la Virgen con el niño. En la parte posterior se encuentra un claustro románico del siglo XII, al que se accede de forma independiente. Solo se conservan dos lados, ya que las otras dos galerías fueron destruidas tras la demolición del castillo. Las galerías están cerradas por un podio corrido sobre los que se levantan arquerías de medio punto con columnas dobles y con capiteles con decoración vegetal y animal. En la cara norte se encuentran los capiteles más bonitos, decorados con escenas de la vida de Jesús y los Apóstoles. El acceso a la iglesia se hace a través de una pronunciada escalera que parte de la calle San Nicolás. En la misma calle a 50 metros se abre un callejón que da a un ascensor que sube hasta el claustro y a otra puerta de acceso a la iglesia. La entrada es gratuita, está abierta lunes a sábado 10-13:30 y...
Read moreLa iglesia de San Pedro de la Rúa en Estella (Navarra) está situada frente al Museo Gustavo de Maeztu, donde se alza una escalinata que lleva hasta la portada de este monumento que ya en el siglo XIII era conocido como San Pedro el Mayor. Se le menciona como parroquia desde 1174, aunque es posible que existiera anteriormente. En 1256 alcanzó el título de iglesia mayor de la ciudad.
La fachada data de mediados del siglo XIII, con grandes similitudes con las portadas de las cercanas iglesias de San Román de Cirauqui, y la de Santiago en Puente la Reina.
En sus capiteles y arquivoltas encontramos una rica decoración de carácter vegetal, geométrico y figurativo. Sobre las jambas de la puerta una rica figuración de origen clásico y de tipo escatológico, con sirena, centauro, arpías y grifos.
El interior presenta formas constructivas originadas en el último cuarto del siglo XII, de cuando se conserva la cabecera del templo. Las naves son del siglo XIII y el ventanal de tracería gótica, situado en el muro norte de la iglesia, en su primer cuerpo y dentro de la torre, del siglo XV. Las cubiertas de las naves son de los siglos XVI y XVII. Cobija diversas obras entre las que cabe destacar el retablo de la Virgen del Rosario (primera mitad del siglo XVII), en cuya hornacina central se encuentra una imagen de la Virgen de la O, datable en el siglo XIV.
La capilla de San Andrés, patrono de la ciudad, está construida con formas barrocas a partir de 1706. El retablo, realizado a finales del siglo XVIII, es una fábrica de estilo rococó.
Destaca el retablo del Crucificado, del siglo XVII, que contienen en su hornacina principal una talla del Cristo en la cruz de carácter románico, datable en el siglo XIII. En el Presbiterio se encuentra una imagen de la Virgen de Belén, talla de finales del siglo XIII, procedente de la cercana iglesia del Santo Sepulcro. Otros retablos son el de San Nicolás y el de la Santísima Trinidad, fábrica del siglo XVII.
En el sotocoro, bajo el ventanal de la torre, se halla una bella sillería barroca y una pila bautismal de factura propia del siglo XII, único objeto litúrgico del edificio primitivo. Sobre las paredes cuelgan lienzos atribuibles al siglo XVII, de desigual calidad técnica.
El claustro, de planta cuadrada y del que sólo se conservan las galerías occidental y septentrional, está fechado en torno al año 1170. Fue parcialmente demolido, de forma accidental, en 1572 por la demolición del castillo de Zaratambor, que estaba a un lado de la iglesia, por parte de las tropas castellanas en la Conquista de Navarra. Sus capiteles, de primer orden en cuanto a calidad escultórica, acogen manos de distintos artistas que nos muestran la importancia del Camino de Santiago en la difusión de nuevas formas estéticas. Se alternan elementos historiados de la vida de Santos (entre ellos, la historia de San Andrés) y de Cristo (Anunciación, Encarnación, Pasión y Resurrección), junto a formas simbólicas de animales (arpías, sirenas aladas,...
Read morePocas iglesias hay en España con tantas escaleras de acceso a la entrada, como la de San Pedro de la Rúa de Estella, que es una villa formada a finales del siglo XI principalmente por el aluvión de peregrinos de origen franco. Se llega allí siguiendo la calle la Rúa, enfrente del palacio de los Reyes de Navarra, desde donde se observa sobre el cerro la bella portada y la esbelta torre con campanario de la iglesia, del siglo XII. El pórtico tiene la curiosidad de que la primera de las ocho arquivoltas está formada por lóbulos separados entre sí, que es un rasgo exclusivo del románico navarro. El interior es una planta de tres naves con una cabecera de triple ábside. Pero el esfuerzo de la subida encuentra feliz recompensa ya no solo por lo dicho, sino además por la visión del bello claustro lindante. Tiene la particularidad de que solo conserva dos tramos, porque los otros dos fueron destruidos al precipitarse sobre ellos las piedras del castillo, hoy desaparecido, de Zalatambor, como consecuencia de la voladura provocada por las tropas de Felipe II en 1572. A pesar de todo, las crujías norte y oeste supervivientes, de nueve arcos cada una, apoyados sobre un haz de dos columnas, recuerdan por su equilibrio, armonía y riqueza ornamental otros claustros memorables, como el de Silos. Visito este recinto espléndido a unas horas tardías en las que el sol desciende poco a poco sobre el horizonte, y es agradable disfrutar del instante sentado sobre unos de los sillares del claustro, entre algunas rosas que no han perdido aún su efímera belleza grana. Todo va incluido en la...
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