El palacio de los Reyes de Navarra, también conocido como palacio de los Duques de Granada de Ega, en Estella (Navarra, España) es el único edificio románico de carácter civil existente en Navarra, junto con el hórreo de Iratxeta.
Se trata de un edificio románico construido en la segunda mitad del siglo XII, situado en la plaza de San Martín y haciendo esquina con la calle de San Nicolás, antigua entrada de peregrinos.
El elemento más significativo es la fachada principal, situada frente a la escalinata de San Pedro de la Rúa. Consta de dos pisos construidos en sillería, que quedan divididos en altura por una cornisa moldurada sencilla. El cuerpo inferior constituye una galería de cuatro arcos enmarcados por columnas adosadas al muro, con decoración en sus capiteles de tipo vegetal y figurado.
Palacio de los Reyes de Navarra. En la parte izquierda se encuentran figuras de formas estilizadas que narran un episodio de la Leyenda de Roldán, en concreto la escena de la lucha de Roldán contra el gigante Ferragut, intentando ejemplificar la lucha del bien contra el mal. Está firmado por Martinus de Logroño. En la parte derecha la decoración está formada por finas hojas de penca, de raigambre cisterciense.
El segundo piso presenta cuatro grandes ventanales, divididos cada uno de ellos en su espacio interno por cuatro arquillos ligeramente apuntados que se apoyan en finas columnas encapiteladas adornadas con decoración vegetal, animal y figurada. Sobre ellos, una cornisa con canecillos esculpidos. Aquí se alternan las formas originales con reconstrucciones recientes, dado que a lo largo del tiempo la estructura se fue modificando para adaptarse a las necesidades y diversas funciones que ha tenido como palacio y como cárcel del distrito judicial.
Está cerrado en sus laterales por dos semi-columnas, con un esquema decorativo en sus capiteles diferente. En la parte izquierda se muestra un capitel con decoración vegetal, mientras que en la parte derecha se puede contemplar un conjunto donde se han ideado escenas relacionadas con el pecado de la soberbia, el castigo de los infiernos y la lujuria.
El tercer piso, obra del siglo XVIII, está construido en ladrillo.
Desde el 14 de junio de 1991 aloja el museo del pintor Gustavo de Maeztu. Las salas del museo están distribuidas en los dos últimos pisos del edificio y albergan cuadros, dibujos, litografías y otras piezas de este pintor, uno de los más importantes de la llamada...
Read moreMuseo interesante. Bien conservado y acondicionado. Me llamó la atención, sin embargo (de ahí mi valoración regular), la indiferente atención dispensada por las personas que lo atendían, en especial la atención dispensada por parte de la persona ubicada en el mostrador de entrada. A nuestra llegada, esta persona estaba hablando por teléfono. Le solicitamos un folleto informativo de la colección y nos indicó con señas (mientras atendía el teléfono) que no disponían de dicho elemento. Cuando abandonamos el museo y volvimos al lugar de partida, coincidimos de nuevo con esta persona, que permanecía en el mostrador, ya sin teléfono, pero con la misma actitud de indiferencia hacia el visitante. No sé si todo ello obedece a que el museo es "gratis" (no se si los impuestos ciudadanos pueden calificarse con este apelativo). En caso de ser así, yo sugeriría el cambio del concepto "gratis" (vía impuestos) por cobrar una entrada y recibir visitantes/ingresos por los méritos de la gestión/atención de los responsables del museo. Creo que el actual modelo de gestión es mucho más caro y culturalmente...
Read moreVisita necesaria en Estella, pero la persona que nos atendió en la entrada nos trató de forma despectiva, faltando a su función principalmente informativa. Simplemente preguntamos si podíamos ver el museo durante los 45 minutos que quedaban para que cerrara, y lo primero que nos dijo fue que nos tranquilizásemos sin estar nosotras nerviosas en absoluto; lo dijo varias veces y esperó unos segundos, como si estuviera hablando con niños. Después nos dijo que ya nos había visto pasear delante del museo y dar vueltas unas horas antes, y que estaba esperando a ver si entrábamos o no. Parece inocuo pero lo importante fue el tono, considerablemente despectivo. Nos informó casi como si molestáramos y llegáramos 5 minutos antes del cierre, de que solo podíamos ver el museo media hora y que fuera rápido porque 15 minutos antes de la hora de cierre, el personal debía cambiarse y salir del museo, y que si no lo hacían rápido saltaban alarmas y venía la policía, cosa dudosa en nuestra opinión. De nuevo, hay que visitarlo, pero mejor hacerse a la idea del trato...
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