Para empezar, aclaro, amo L'epi, sus productos y la atención. Vamos desde que abrió pero no recuerdo haber hecho reseña antes. Segunda aclaración, sobre todo leyendo algunas las reseñas, la mayoría de los panes son de masa madre y tienen un estilo tipo pan de campo, no esperen el sabor ni la textura de un pan de la panadería de la esquina. Dicho esto vamos a los productos: Viennoiserie, las porciones son chicas (no no hay medialunas gigantes ni con kilos de almibar q tapan el sabor), no son baratas (2000$ aprox c/u), pero si algo vale la pena, son estas porciones de cielo. El pan de chocolate y pistaccio, es algo dificil de resistir, sino imposible. El croissant de almendras, otra delicia. No me acuerdo el nombre, pero hay uno bastante nuevo o q no había visto antes, q es una masa con chocolate y relleno de pastelera con chocolate, con chocolate arriba (sipi, chocolate al cubo) q es un viaje de ida. Pastelería, la tatin es para mi, la mejor q se puede encontrar en Buenos Aires, la de frangipane y peras pecado absoluto. Panes: Foccacia mediterranea, no podes no probarla, con tomate, olivas y queso, no llega sin probar un poco a casa, ni siquiera para calentarla un poco. Pan con aceitunas, no me gustan las aceitunas negras, pero creo q cada vez me como medio pan, y eso q nunca como aceitunas negras, jajajaj. El precio es más q razonable. Pan de campo, son grandes, son de masa madre, no están hechos en un horno industrial, eso le da un sabor distinto, en relación son más baratos q comprar un pan lactal y tenés las mejores tostadas del mundo mundial. Pan de miga parmesano, renocozco q lo suelo hacer xq lo aprendí en los programas de Bruno y Olivier y se q no es rápido de hacer, pero no hay sandwich q quede mejor q con este pan (las baguettes son fantásticas, pero este me puede = )) No dejen de ir, prueben, no todo es para todos, pero hay algo para cada uno. Pasan los años y si bien en el mostrador van cambiando las caras, siempre te...
Read moreuna VERGUENZA la atención. No vuelvo NUNCA MAS. Mi marido fue y compro unas facturas y un croque tostado. Cuando llega a mi casa (pilar) se da cuenta que NUNCA le dieron el croque que si habia pagado. Como era domingo, llame mil veces al teléfono del local (no atendía nadie). Llame mil veces al whatsapp del local (ni una respuesta). Escribí en instagram y el dueño, Olivier me dio una Rta. indicándome que me iban a devolver el dinero el dia martes porque el lunes no abrían. Ahora bien, llego el martes, los contacte y me dijeron que perdón que no ven mensajes el domingo y que “como excepción” iban a devolverme el dinero… pero como EXCEPCION?!! me estaban tratando de mentirosa. No solo eso, sino que me discutían que no sabían si era cierto que compro mi marido el Croque y al momento de solicitar la devolución me devuelven PARCIALMENTE el total (debiendome 200 mugrosos pesos, unos GRASAS). No es por el dinero, es por el trato al cliente que veo que les falta años luz para atender bien, ser empaticos y lo mas importante por sobre todo: cuidar la clientela. Chau Lepi, fue un gusto! tenes productazos pero hoy en día prefiero apostar por comercios que valoren y traten bien a la gente (y que por sobre todas las cosas, no te traten de mentirosa). Te perdiste una...
Read moreHay mañanas en que Buenos Aires se quiebra, y por la hendija aparece París. No el París de tarjeta postal, sino el escondido, el que se refugia en un croissant que cruje apenas lo tocás, como si el amanecer los horneara en secreto. En el pan au chocolat se encierra un río denso, dulce y obstinado como memoria de infancia que no se deja domesticar.
El pistacho, verde clandestino, murmura un idioma que no sé traducir pero entiendo, como esos sueños que uno recuerda en otra lengua. La tarta de manzana insiste en cantar como si un otoño francés hubiera encontrado una grieta en la vereda y se filtrara de golpe en la boca.
Pero no es solo el pan, sino las manos y las sonrisas de las mujeres que atienden. Ellas sostienen la calidez del lugar y ofrecen al ciudadano desprevenido de Buenos Aires un refugio de otro tiempo.
Los sábados en L’epi no son un lujo: son el modo en que la ciudad confiesa que París estuvo siempre aquí, escondido en Villa Ortúzar. Desayunar un sábado aquí no es lujo; es abrir los ojos al milagro sencillo de que todavía existe el sabor perfecto. Y al final uno entiende que cinco estrellas son apenas un garabato para nombrar lo...
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