Nos acercamos a Traje Café con la curiosidad de quien busca un espacio donde el café no sea simplemente un combustible, sino una experiencia. Y la verdad, me fui con una buena sensación general.
El café que probé estaba bien tratado. No me voy a detener demasiado en tecnicismos, pero puedo decir que se nota cuando alguien trabaja con café de especialidad con respeto por el producto. Un café equilibrado, con notas limpias y una textura que se sentía cuidada. No hubo sorpresas, y a veces eso está perfecto: una taza honesta, hecha con atención. En ese sentido, bien jugado.
El espacio, por su parte, es encantador. Tiene una identidad marcada, que remite a fines del siglo XIX, principios del XX. Todo muy coherente, desde los muebles hasta los colores. Lo que más me gustó fueron las mesas armadas a partir de máquinas de coser antiguas. Son piezas que hablan, que tienen historia, y que además están bien integradas en la propuesta. No es solo una decoración bonita; hay intención.
La atención fue cálida, sin exageraciones, sin necesidad de sobreactuar amabilidad. Simplemente buena gente haciendo bien su trabajo. Eso siempre suma.
Ahora, respecto a lo que comí: probé una factura con crema pastelera. La masa era hojaldrada, y azúcar espolvoreada, técnicamente correcta. El punto flojo fue la crema. Le faltaba profundidad. Tal vez un toque más de dulzor, o vainilla natural, o incluso una pizca de sal que contraste. No lo sé. Pero le faltaba definición, algo que la haga decir “estoy acá”. En cocina, los elementos suaves necesitan claridad. Cuando no hay fuerza, se vuelve anodino, y eso fue un poco lo que pasó. La crema no estaba mal, simplemente no emocionaba.
Dicho esto, es una observación puntual. Solo probé una factura, y sería injusto emitir un juicio general. El resto de la carta sigue siendo un misterio para mí, y posiblemente haya mucho más por descubrir.
En resumen, es un lugar que sabe lo que quiere ser. Tiene buena materia prima, una propuesta estética muy cuidada, y un equipo que entiende la importancia del detalle. Le falta un poco de filo en lo dulce, pero eso es totalmente ajustable. Volvería, claro que sí. Un café con intención merece siempre una segunda ronda.
Mi nota: 8,5/10. Y con...
Read moreLas chicas que atienden son buena onda y el ambiente está piola, onda vintage, haciéndole honor a la sastrería antecesora al café. Por ser tostadores, y tostar ahí mismo el café, la verdad no es la gran cosa. La temperatura estaba correcta pero le faltaba cuerpo, se sentía aguado. Pedimos un budín de zanahoria vegano y estaba seco, o viejo, o ambas, se desarmaba completo en migajas y fue muy difícil comerlo. Que sea vegano no implica que se desarme, suelo cocinar, y comer afuera, panadería vegana y eso no sucede mi deberia suceder. Muy caro para lo que consumimos: el flat white ronda los 3600 pesos y el budín 4000 la porción. Fuimos exclusivamente ahí porque ya lo habíamos visto al paso y queríamos probar, pero no volveríamos. No es accesible para personas en silla de ruedas ni movilidad reducida, el espacio es pequeño y es imposible que puedan...
Read moreThe coffee tasted very sour and the orange cake tasted like a hamster cage and was very dry. I expected more from reading the reviews. Maybe it was just bad luck, but it was really bad. I didn’t finish either. The interior...
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