En algún momento pensé en que me había equivocado de dirección, pero no, era el mismo restaurante con 4.9 de puntuación qué y apegado a la verdad no se de donde lo saca. Tal vez cambio de dueño o de chef, pero siendo honesto y objetivo no puede tener ni la mitad de esa puntuación. Empecemos contando que el lugar es pequeño pero acogedor, hace gala de su vinacoteca en sus paredes, aunque los vinos son de lo más comunes. El personal que trabaja es muy atento y hace sentir bien al cliente. El problema es la comida. Fuimos 4 comensales. Pedimos 2 bifes de chorizo con papas rústicas y ensalada de rúcula y parmesano. Una bondiola con puré y una milanesa con cheddar y panceta. Acá viene la gran decepción. Uno de los bifes de chorizo estaba con un olor nauseabundo. La carne estaba en mal estado. El otro no, aunque ya nos dio impresión comerlo, aparte que estaba crudo cuando la indicación fue muy enfatica de que los queríamos bien cocidos. Tuvimos que devolver los bifes y cambiar por otro plato más simple por que la espera para ese fiasco fue de 45 minutos. En cuanto a los otros platos, la bondiola estaba pasable pero el pure que la acompañaba no tenía gusto a nada ( mal hecho, mal sazonado, mal gusto en la boca). Lo mismo la milanesa que tenía un queso chedar de ínfima calidad. Hicimos el reclamo, se acercó una muchacha muy amable pidiendo disculpas tratando de solucionar el problema. El problema era que el problema era insalvable. Nos ofreció diversidad de postres o café sin cargo a lo que cortesmente rechazamos. Pedimos la cuenta y pagamos una suma sorprendentemente baja. 4 hamburguesas en la cadena de los arcos dorados te salen más caras. Dejamos la propina por que la calidad del local no tiene que ver con el mesero así que ésta es sagrada, y nos fuimos con un sabor muy amargo en la boca. La finalidad de esta crítica se centra en dos puntos. El primero es si volvería y la respuesta es no, y el segundo es si aconsejaría para que lo visiten y la respuesta también es no. Pero cada uno es libre de hacer lo que quiera. Tal vez tuve mala...
Read moreEs entendible que trabajen con 2 turnos para que la gente no espere en el frío de la calle, pero en ningún lado lo avisan ni lo comunican. Escribí para hacer una reserva y no recibí respuestas hasta después de que la experiencia ya había sido pésima. Al llegar nos explican la dinámica de los dos turnos (de 20hs a 22hs y de 22hs a 24hs), y decidimos quedarnos. Las calefacciones no funcionaban, hacía muchísimo frío. En el interior había mesas vacías que no se podían usar por estar reservadas para el siguiente turno. Luego de esperar por más de 1 hs, cuando la moza se acerca a traer la carta nos explica que para "ser más rápidos" solo estaban trabajando con platos para compartir entre 4 o 5 personas (a lo que llama "menú reducido"). Quisimos pedir un plato de pastas con salsa 4 quesos, y la respuesta fue que en la cocina pedían que no salga nada distinto, pero iba a tratar de convencerlos. Insisto, entiendo que elijan este tipo de dinámicas para agilizar, o si es el modo de trabajo que les resulta mejor. Pero deberían comunicarlo, en sus redes, o bien cuando la gente llega al lugar. Nuestra experiencia? Pésima, una pena... Después de abandonar el lugar sin haber podido comer, y manifestando a la chica que nos atendió que habíamos escrito para hacer reserva y nadie nos había contestado, me llegó la respuesta. Lo único a destacar, la amabilidad de la moza, y toda la voluntad que le puso para que...
Read moreEn el corazón de Quilmes, “Lo del Viejo” se consolida como uno de esos rincones entrañables donde la tradición y el sabor se funden con autenticidad. En mi última visita, el plato elegido fue un clásico bien porteño: ñoquis caseros en salsa filetto con estofado. La textura de la pasta, firme y suave al paladar, hablaba de una elaboración artesanal cuidada, mientras que la salsa, generosa y bien condimentada, coronaba el plato con ese perfume que recuerda a las cocinas de nuestras abuelas. El estofado, por su parte, era simplemente memorable: carne tierna, cocida a fuego lento, con ese sabor profundo que solo se logra con paciencia y oficio.
La atención fue otro punto alto. Amable, atenta sin ser invasiva, y con ese toque familiar que hace sentir al comensal como en casa. En cuanto a las porciones, hay que decirlo sin rodeos: aquí se come bien y mucho. La generosidad en los platos es parte del espíritu del lugar, sin que ello comprometa la calidad.
El cierre fue digno de aplauso. El café, bien tirado y de sabor intenso, acompañado por un flan casero impecable y un helado que sorprende por su cremosidad y sabor real. Nada de lo industrial: acá todo sabe a verdad.
En definitiva, “Lo del Viejo” es un refugio para los que buscan buena comida sin pretensiones, con alma, sabor casero y una atención que hace la diferencia. Una joya de Quilmes que merece más...
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