Yorgo's Restaurant — Restaurant in Pavas

I was really hoping for a great experience, I shared a picoteo, octopus was great, fish on the ceviche had a good flavor but it is an overpriced dish without the items it mentions like the causa limeña that was just mashed potatoes with 1/2 a shrimp on it and avocado served on the side. The pisco are overpriced and have maybe 1 oz of pisco, if even, and just foam, the glass was almost empty, I dared to ask for asked for another one, shaken, hoping it would be better, still foamy and less than 1/2 glass of the actual drink in it. Plus the cost 5,000 a piece, outrageous! Ordered calamar and asked without the French fries, they ordered to change it for a salad or veggies, asked for onions and was charged extra for it. Meal cost was what you would expect in an upscale place. I read the comments before going… not sure what all the hype is about. There are much better Peruvian restaurants...

Yorgo's has the trademark of being an excellent restaurant.

The quality of food and service is out of this world. This is one of our top go to places for my wife and I due to their consistency of getting things done the right way every time we visit them. The Picante de Camaron has the right amount of heat and goes in synchrony with the rice and boiled potato. I ordered today a Filete con Camarones and the sauce was perfect. It was the right amount of cream without being too heavy or overwhelming to the fish filet and went perfect with the potatoes and vegetables. The drinks were on point and the dessert was the perfect finish for a very satisfying lunch.

Looking forward to...

Yorgos: donde el lomito a lo macho me tiene fidelizado desde hace más de una década

Hace más de 12 años, un amigo me llevó a Yorgos, ese restaurante peruano escondidito en Rohrmoser, y para ser sincero, fui a regañadientes. De esos días en los que uno dice: “¿comida peruana? ¿en Costa Rica? ¿en serio?” Pues sí, en serio. Bastó una visita para quedar atrapado sin remedio. Lo que pasó después fue amor al primer bocado.

Desde entonces, Yorgos ha sido una especie de refugio gastronómico para mí. He ido muchas veces, y siempre con el mismo ritual: pedir el lomito a lo macho. ¿Y qué lomito, por Dios? Un pedazo de carne digno de respeto, con una salsa que parece hecha con magia y mariscos que le caen como coronita de rey. Le puede poner arroz, puré de vegetales, lo que quiera… igual va a salir con una sonrisa boba de satisfacción.

Sí, he intentado probar otros platos. Lo he intentado. Y sí, son buenísimos también. Pero el lomito... el lomito es otra historia. Es como ese amigo de toda la vida que uno sabe que nunca le va a fallar.

Las bebidas naturales también son un hit. Refrescantes, sabrosas y con ese sabor casero que le recuerda a los almuerzos en casa ajena donde sí cocinan bien. La atención es cordial, rápida y amable, como debe ser. No es de lujo, pero es de esos lugares donde uno se siente bienvenido.

¿El local? Pequeño. ¿El parqueo? También. Pero no hay que subestimar lo que cabe en un espacio pequeño. Uno entra y se acomoda. Siempre hay chance, por obra divina o por rotación efectiva. Lo cierto es que Yorgos no necesita ser gigante para ser grande.

Hasta el día de hoy, lo sigo recomendando como uno de los mejores restaurantes peruanos en Costa Rica. De esos que no se anuncian mucho, pero que cuando los conoce, ya no los suelta. Y si usted no ha ido, no pierda tiempo. Vaya, pida el lomito a lo macho, y después me cuenta.

Nada más le digo: si va con hambre, va a salir feliz. Y si va sin hambre… igual va a salir comiendo. Porque así es Yorgos. Sencillo, sabroso y con ese toque de Perú que lo deja a uno...