Podría decir que fue una mañana desafortunada, que el servicio estuvo lento o que hubo desorganización. Pero sería quedarme corta. Lo que viví aquí no fue simplemente un desayuno mal ejecutado, sino un ejemplo doloroso de todo lo que está mal en muchos negocios locales: la explotación normalizada, el abandono del equipo, y la hipocresía de quienes se dicen emprendedores pero no entienden lo que significa liderar.
Cuando llegamos, notamos que solo había una mesera para todo el restaurante. Una sola persona, corriendo entre mesas, tomando pedidos, resolviendo dudas, atendiendo cobros, llevando platos y conteniendo, como podía, el caos del salón. En barra parecía haber solo una persona, y en cocina tal vez una o dos más. El resultado: una espera larga, visible incomodidad en el equipo y errores comprensibles. Hasta ahí, nada que no pueda entenderse desde la empatía, especialmente para quienes hemos trabajado en hospitalidad. Yo misma fui mesera en Ajijic. Conozco el agotamiento y la presión.
Pero lo más pesado no fue eso. Fue ver cómo la única persona que podía haber hecho una diferencia —la dueña— estaba ahí, parada, inmóvil, tomando café y conversando con sus amistades, mientras todo a su alrededor se desbordaba. Estoy casi segura de que esa trabajadora no tiene acceso a seguro social, ni a descansos pagados, ni a prestaciones dignas. Entonces, si además de precarizar el empleo, el liderazgo se vuelve pasivo y desentendido, lo que hay no es un emprendimiento local: es explotación disfrazada de negocio familiar.
He trabajado en lugares donde los dueños se remangaban las mangas y se metían a lavar platos, a levantar mesas, a resolver lo que hiciera falta. Y en esos lugares, el servicio brillaba, no por milagro, sino por respeto. Porque cuando desde arriba se predica con el ejemplo, el equipo lo siente. Lo agradece. Lo transmite.
Una persona que deja sola a su mesera con un salón lleno y prefiere quedarse conversando, NO merece llevarse el crédito por nada. Y menos aún, nuestra complicidad como clientes. Porque lo que presencié no fue un error aislado: fue una forma de operar. Y lo que se normaliza, se perpetúa.
La comida fue aceptable, los precios también. Pero no pienso volver. No quiero aportar ni un solo peso a un modelo que lucra con la necesidad de la gente, que explota a quienes más trabajan y que se permite ser indiferente en plena evidencia del colapso. Porque cuando te importa tu gente, no la dejas sola. Y cuando te importa tu negocio, te ensucias las manos.
El respeto no se finge. Se demuestra. Y en este lugar, lo único que se demostró fue distancia, abuso y una insólita capacidad de mirar hacia otro lado mientras todo el peso lo cargaba una...
Read moreI recently discovered this cozy little cafe that's only open in the morning, and I can't recommend it enough! From the moment I walked in, I was greeted with the best service I've experienced in a long time. The atmosphere is warm and inviting, making it the perfect spot to start your day.
The highlight of my visit was undoubtedly the chilaquiles and green juice. The chilaquiles were absolutely fantastic—crispy, flavorful, and topped with just the right amount of sauce and cheese. And the green juice was fresh, invigorating, and the perfect complement to the meal.
If you're looking for a morning spot with great food, exceptional service, and a cozy vibe, this cafe is a must-visit. I'll definitely be...
Read moreNice little breakfast spot. Good food and service.
As local breakfast places go, Adelita's AM is well above average, though nowhere near the top of the list.
The shaded premises, set next to the plaza lend the restaurant an excellent village atmosphere, and the service is prompt and welcoming.
Food too, is of a decent standard, though the portions could be a little bigger.
Decent experience overall, but I wouldn't go out of my way...
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