Crónica de una decepción anunciada Por un comensal con expectativas moderadas y hambre real
Hay lugares que te llaman por la estética, otros por la fama, y algunos simplemente por la curiosidad —ese impulso humano de descubrir si todo lo que se dice (para bien o para mal) tiene fundamento. Así llegué a este restaurante, animado por el rumor y la esperanza de encontrar al menos un desayuno decente. Lo que encontré fue otra cosa: una especie de obra de teatro mal ensayada, con platos sin alma y un servicio descoordinado en el que cada actor parecía leer un guion diferente.
Empecemos por lo esencial: los chilaquiles chipotle, ese platillo que en teoría debería reconfortar al alma y al estómago por igual. Lo que recibí fue una interpretación triste, sin fuerza ni sazón, como si la cocina hubiese olvidado que el chipotle tiene carácter. Y sí, me prometieron que venían con huevo incluido, pero al llegar la cuenta, el huevo apareció mágicamente como un extra. La explicación fue aún mejor: “es que la mesera se confundió”.
Y es ahí donde comienza la verdadera comedia: el capitán, figura supuestamente encargada de coordinar el servicio y resolver conflictos, optó por lo más fácil —culpar a la mesera. Así, sin más, como quien lanza un ancla sobre la espalda de un marinero novato mientras el barco hace agua. Su rol de liderazgo fue una pantomima. Uno espera que el capitán del servicio, además de cobrar autoridad, asuma alguna forma de responsabilidad. Pero no: aquí se navega a la deriva y se culpa al viento.
La mesera, hay que decirlo, fue amable. Mucho. Pero la amabilidad, aunque se agradece, no puede ser el único pilar del servicio. No saber el menú, no saber explicar los platos, no saber resolver un error en la cuenta… todo eso resta, y mucho.
Pasemos a los waffles. Esa promesa dorada del desayuno terminó siendo el equivalente culinario a una pared beige: técnicamente estaban ahí, pero emocionalmente eran inexistentes. Ni crujientes ni esponjosos, ni dulces ni complejos. Waffles hechos, quizá, para no arriesgarse a gustar demasiado.
Y luego la cuenta. Ese momento donde el precio debería reflejar la experiencia. Pero no. Aquí el costo es desproporcionado, como si uno hubiese comido con vistas al Sena y no en un local de aspiraciones mal ejecutadas.
En resumen, la visita fue un recordatorio de que la curiosidad, como los huevos en este lugar, se paga caro. Fue mi primera y, con toda seguridad, última visita. Hay errores que uno comete solo una vez. Y hay desayunos que, por el bien de la memoria, es...
Read moreHoy pedimos chilaquiles rojos (Palermo), omelette mexicano, una crepa que llevaba pierna y salsa de chipotle y waffles de postre. La verdad es lamentable la presentación de los platillos, señores: no se van a quedar pobres si ponen más crema y más queso a los chilaquiles, porque la cantidad que ponen si cubre dos chilaquiles, me parece que es mucho, incluyen solamente una rebanada de birote y una embarradita de frijoles. Lo mismo para el omelette: una mini rebanadita de pan para acompañarlo, y tanto el omelette como el waffle traían de guarnición, nada más y nada menos que la espléndida cantidad de media rebanada de jitomate. Pides salsa aparte y traen unos microcuencos dónde a lo mucho cabe una cucharadita de salsa. Lo mismo las bebidas: todas servidas en tazas y recipientes pequeños. No sean tan codos. La cereza del pastel: la arrogancia de creer que la sazón del chef es perfecta, que deciden por ti que no necesita sal la comida; por lo que hay que cazar un mesero para que te traiga uno y hasta parece que les molesta.
En cuanto al servicio: una vez que nos sentaron, se tardan su dulce tiempo en acercarse a preguntarte qué quieres de tomar. Dan el tiempo suficiente para ordenar comida de una vez y eso que tienen un menú bastante amplio de lo mucho que se tardan y eso que era sábado a casi medio día y estaba vacío. Le solicité a la señorita un perchero para nuestras bolsas, dijo que ahorita lo traía y nunca lo hizo. Los ganchos que tiene cada mesa para poner las bolsas estaban dos rotos y por eso se le solicitó, pero le importó muy poco. La mesera se equivocó en nuestra orden también pero hasta eso, reemplazaron rápidamente el platillo equivocado.
En cuanto a ambiente: cuando no está tan lleno es agradable, la música que tenían hoy era francesa por lo que resultaba muy agradable. Lástima que se opaque todo con detalles como los ya...
Read moreEste lugar es increible para compartir ese cafesito de mañana o media mañana con tus amig@s y familiares. Es super lindo, y te da esa sensación acojedora. Yo ya tenía la experiencia de conocer otra sucursal, y esta vez decidimos ir a esta sucursal ubicada cerca de la Glorieta Chapalita. Aunque se llaman igual, y me atrevo a decir que el mismo menú, el concepto es algo diferente. Ya que este es en un espacio cerrado y con musiquita de fondo. El menú es una especie de pasaporte y la variedad de wafles de verdad es im-pre-sio-nan-te!! De mis favoritos sigue siendo el Edimburgo (salado) y el Dublin (dulce). Si no te gusta mucho lo dulce este último no es para ti. En cuanto al precio creo que es accesible. Ordenamos 2 wafles, 1 chilaquiles y 2 bebidas y fueron poco mas de 300 pesos. Lo unico que no me gusto del todo, es que tienes que esperar algo de tiempo y se tardan un poco mas de lo normal. Pero creo que es normal, ya que el establecimiento es medianamente grande. Esperamos alrededor de 45 min entre que llegamos, nos dieron mesa y pusieron nuestro plato en la mesa. Lo bueno es que si no quieres esperar, puedes hacer reservacion y todo será algo mas rapido. Obvio en esta ocasión yo no llevaba reservacion, y por esta razón nos toco esperar. Es delicioso, de esos lugares que tienes que visitar por lo menos 1 vez en tu vida. Y claro que una vez que lo hagas, estoy segura de que...
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