He de confesar, con el alma aún vibrante de antiguos agravios, que mi primera incursión en este establecimiento fue poco menos que una tragedia griega en tortilla doble: una experiencia tan amarga que ni el más dulce jarabe de agave habría logrado endulzarla. Mas —oh divina sorpresa—, como el ave fénix que resurge de sus propias cenizas, este lugar ha enmendado el agravio con tal devoción, que ahora me veo moralmente obligado a rendir honores como un caballero del sabor ante su redención.
Sí, es cierto, el precio de los tacos es un guiño cruel al bolsillo del citadino acostumbrado al trompo chilango de esquina —ese glorioso arte popular de carne y grasa a $10—; aquí, en cambio, cada taco se cotiza como si viniera escoltado por corceles y música barroca. Y sin embargo… ¡valen la pena! La calidad es manifiesta, la carne generosa, el sabor bien ejecutado aunque, seamos francos, al pastor les falta aún ese toque místico del Distrito Federal: esa alquimia entre carbón, piña y grasa derramada que transforma un taco común en oración callejera. No obstante, en los campechanos han hallado su redención: son jugosos, sabrosos, armónicos, como si en su interior bailaran en compás la res y el cerdo bajo una lluvia de salsa roja.
¿Y el flan…? Ah, el flan. ¡Qué deleite! No es postre, es catedral de caramelo. Un monumento a la suavidad, un himno a la leche condensada. Tan sublime, tan perfectamente equilibrado entre densidad y dulzura, que podría ser ofrecido como dádiva diplomática en tiempos de guerra. Acompañado de una agua de horchata fresca, noble, sin el azúcar empalagosa de otras versiones infames, este maridaje es un poema frío que revive al alma fatigada.
Sí, también es cierto que sus puertas de cristal —esas traicioneras, arrogantes y frágiles— parecen tener voluntad propia y podrían, en un descuido, cercenar la inocencia de algún niño. El vidrio, ese traidor transparente, no perdona. Háganle algo, por el amor a la seguridad infantil y al sentido común. No permitan que su buen trabajo en cocina sea empañado por arquitectura homicida.
Pero en justicia digo: felicitaciones. Porque han sabido tomar una experiencia negativa y transformarla en una degustación digna de loas y aplausos. Que no decaiga su flan, que viva la horchata, que el taco campechano nunca se les reseque, y que alguien —por favor— dome a esas puertas de...
Read moreLos tacos tienen buen sabor, pero el servicio es un desastre. La verdad es que son súper afortunados, porque les llega mucha gente, pero no tienen la gente para dar el servicio.
Fuimos a comer más o menos a las 3pm un sábado. Hora pico al parecer. Mis respetos al Valet que anda corriendo para todos lados, sin embargo, no te dan ticket del auto lo cual genera desconfianza.
Al entrar, una fila. El local no es muy espacioso, además de que el poco espacio que tienen está desaprovechado. Fácil podrían meter un par de mesas más sin que quede apretado. Y la otra, tienen mesas muy grandes que seguro funcionan bien para grupos grandes, pero si como a nosotros nos pasó, toda la gente íbamos de pareja o 3, se desperdiciaba la mesa. Mejor mesas chicas que puedas acomodar.
Meseros. Muy buena onda, pero malos para tomar las órdenes. Se les olvidan, atienden todos y no atienden a nadie, les falta organizarse.
Los baños. No puede ser, tienes un restaurante que estando lleno hay 50 personas o más, y los baños son individuales, uno para hombres y otro para mujeres, entonces si está ocupado hay que esperar. Los lavabos deberían estar afuera! Para permitir lavarse las manos si no se usa el sanitario.
Cobrar. La chica que cobra lo hace con una calma. Fácil, desde que pedimos nuestra cuenta hasta que nos cobraron pasaron 20 minutos más. 20 minutos donde fácil ya debió pasar más clientela a...
Read moreCaray! Un suadero bien hecho y con sabor tipo CDMX con una salsa taquera deliciosa. Me gustó mucho, pero… Señores, llegué a las 8:50 pm en sábado y solo alcancé 4 tacos de suadero, ya no había tripa ni longaniza ni más suadero. No, no soy de 4 taquitos para cenar.
(QUEEEE!!!!!???? ¿NI TRIPA NI LONGANIZA Y TAMPOCO SUADERO?!)
Me parece una fatal desorganización en su cocina el hecho que a esa hora ya no tengan las opciones importantes y más que es una taquería.
No no, mejoren su control de suministros.
Si regresaré porque en Toluca no hay buenas opciones de suadero y esta me encantó, perooooo, por fa, no decepciones con su limitación de menú
$22 cada taco de suadero y buen tamaño.
La atención del taquero fue súper amable (de hecho el salvo mi noche pues me dio los 4 tacos en la barra) y los meseros también, pero sus rostros desencajados porque llegaban a pedir sus comandas con los taqueros y la respuesta era “ya no hay”, frustración pura.
Hoy domingo 3:00 pm, regresé y no lo logré una vez más. La prepotencia de un tipo de mezclilla negra y playera blanca con gorra negra, no me dejó elegir la opción de comer en la barra (cosa que está disponible) Bueno, señores de Tackitto, adiós a su local. No más...
Read more