Hemos acudido a este lugar 3 veces y mi valoración se basa en lo siguiente: 1º.Las tapas tienen buena presentación y en la conjugación de los ingredientes se nota el esmero. Utilizan productos frescos lo cual añade calidad a la degustación. 2º.El local no merece especial mención. Los baños están limpios -al menos a primera hora-. No se cuida mucho la atención a las mesas no reservadas, ya que a éstas sí le ponen manteles. El hecho de poner manteles confunde a la clientela ya que estos manteles sirven para señalar las mesas que están reservadas. La gente no lo sabe si no se pone el pertinente cartel de "reservado" así que durante mi estancia, vi cómo se sentaban en esas mesas clientes que iban llegando y que los camareros levantaban. Esos clientes se iban despotricando y difícilmente volverán. 3º.La atención no va en concordancia con las tapas: en una ocasión sufrimos tal desplante por uno de los compañeros que otro intentó salvar la situación disculpándose por la actitud de su compañero. Así que decidimos volver pero en esta tercera ocasión ya hemos decidido que es un bar donde no volveremos: la prestación del servicio es pésima. Solo dos camareros para atender a tantas mesas y una camarera que "parece que no le gusta el trato con la gente". A eso le sumas cómo le hablan a la gente que ocupan las mesas "reservadas" y el servicio perfecto se echa en falta. Lástima que la atención del personal no esté a la altura de las tapas