Hemos ido a cenar a este bar con intención de que nos atendieran de buena manera, siempre es importante la comida pero la atención es el espejo del alma. La camarera de la terraza (morena con flequillo) tenía un poco de carencia de don gentes y de simpatía, y la costaba atender a las 10 mesas que tenía en ese momento llenas solo 6, tardaba en atender pero no solo ha sido eso si no que al pedir consejo NO explicaba los tipos de platos o de que se trataban (íbamos con niños alérgicos y debíamos de saber que traía todo) tras muchas preguntas y explicar de mala manera lógranos un mínimo de atención pero sin un buen servicio. Pedíamos más bebida y varias veces se tuvo que volver a decir debido a que no la traía, menos mal que llevábamos agua de los niños pudimos beber. Y La comida era buena, pedimos croquetas de centollo y estaban muy buenas, los mejillones la ración eran no 9€ algo caro para la calidad ya que veníamos de otro bar que eran a 5€ y mejor calidad, y el pulpo estaba bueno también, la zorza gustó mucho.