Así como la lucha diaria del agricultor genera con esfuerzo sus frutos, el trabajo del cocinero y su equipo en sala produce satisfacción en el estómago del cliente, un deleite para la vista y la sensación de una visita a un familiar que te ha agasajado. Todo este pensamiento es el resumen de nuestra comida disfrutada en el restaurante Octavio. Si no existiera desde hace años con la impronta de unos padres, sus hij@s seguro no habrían heredado la pasión por una materia prima de calidad, local e innovadora (como corresponde al tiempo presente) sin olvidar las raices. Disfrutamos con los consejos de su encargada en sala Belén que nos hizo sentir en casa desde el primer instante. Y por supuesto de la comida para 6 comensales: Nos alegró el sentido un inicio de una bebida con "alma de aceituna" bien fresquita y servida en unas jarritas artesanales que apuntaba maneras sorprendentes. Fuimos 6 comensales y probamos los tomatitos cherrys con bonito sorprendentes y estupendos, el plato de cecina,.y otra ensalada fenomenal ( de pimientos creo) ..y es que estuvimos ya hace una semana y no recuerdo bien). Luego cordero con salsa reducida y ciervo. .Para finalizar los postres a cada cuál mejor: la tarta de queso ( de la que se habla en reseñas) , el helado de pistacho con chocolate presentado en un plato bien acorde, la tarta de almendras y un flan de huevos caseros que pusieron la guinda al festín. Y todo ello regado con un Esencia Chardonney que realzó la velada. Gracias por la experiencia y el buen saber hacer por elección de materias primas, poner en valor los platos tradicionales con innovación y buen gusto. Y todo ello con humildad y acogida al cliente aconsejándolo lo cuál no se puede aprender se tiene o no se tiene. Y sin duda vosotros lo tenéis.