Ayer estuvimos ocho personas cenando en este restaurante y fue una experiencia fantástica. Desde el momento en que entramos, la atención fue impecable, con un personal atento y amable que hizo que nos sintiéramos como en casa. La comida, por su parte, fue otro nivel: auténtica cocina casera, de esas que te hacen recordar los sabores de siempre.

Pedimos un poco de todo y no nos decepcionó nada. El cachopo, jugoso y bien relleno, fue uno de los mejores que he probado; los torreznos, crujientes por fuera y tiernos por dentro, una delicia; la fritura de pescado, fresca y ligera, nada aceitosa; las croquetas de jamón, cremosas y llenas de sabor, como las de una abuela experta; y el asadillo, perfecto para acompañar todo con ese toque tradicional y sabroso. Cada plato estaba preparado con esmero y pasión, reflejando el cariño con el que cocinan aquí.

Es una pena que haya visto algunas reseñas negativas que claramente no reflejan la realidad de este lugar. Resulta evidente que son reseñas falsas, ya que hablan de problemas que simplemente no existen. La comida aquí es excelente, con ingredientes de calidad y una ejecución impecable. Me parece lamentable que haya personas que intenten desacreditar un restaurante tan auténtico y de tan buena calidad. No sé cuál es su motivación, pero lo que está claro es que están muy lejos de la verdad. Quienes disfruten de la buena comida casera y una atención cálida y cercana, deberían ignorar esos comentarios malintencionados y probar este sitio por sí mismos.

En resumen, recomiendo este restaurante sin dudarlo.