Paramos aquí porque nuestra primera opción estaba cerrada y quedaba cerca. Vimos tanta gente en la terraza que supusimos que era buena señal. Nos hicieron un hueco para comer, hasta ahí bien. Lo que no es de recibo es pagar 25€ por un menú de fin de semana que no se corresponde con la comida que ofrecen. Culpa nuestra por no preguntar el precio, pero vamos, en un bar no esperábamos que fuera ese precio ni de broma, y menos por lo que comimos. Arroz con bogavante que según la camarera estaba buenísimo, para gustos colores, que es verdad que llevaba trozos del bogavante partidos sí, pero que no podías comer nada también y que parecía caldo con pimentón y arroz basmati tirando a tieso. De segundo pedimos salmón a la plancha, por favor, si sabes que eso no cumple con unos mínimos es que ni lo ofrezcas, un "salmón" que creemos que era trucha alsalmonada por la forma de la rodaja que se les quedó sequísimo y que se desmoronaba entero, daba la sensación de que era descongelado para el apuro. Pues de verdad....es que ni me lo ofrezcas, con unas patatas fritas de las congeladas. Yo dejé prácticamente el plato entero, lo normal es que te pregunten pero creo que ya sabían perfectamente el por qué. El colmo fue que al pedir la cuenta encima nos querían cobrar más por algo que no habíamos pedido y venía ya con el datáfono puesto. Si cuela, cuela. Disculparse desde luego no lo hizo, con lo cual a mí eso me da mala sensación, si de verdad ha sido sin querer se te cae la cara de vergüenza, al menos a mí sí. El resto de comida que sacaban de fuera del menú no tenía mala pinta y el sitio estaba a tope, así que quizá fue mala suerte pero no volveremos más.