Apartado del mundanal ruido y el constante ajetreo de la ciudad, a pocos minutos del centro de Oviedo, se encuentra situado este pequeño local de hostelería.

Aunque como primera impresión te imaginas un lugar con comida casera y con ingredientes de primera, la definición final es ampliamente decepcionante.

Para empezar, vayamos a la terraza. Es grande y amplia, con una panera en el centro como elemento principal; sin embargo, las 40 mesas que se encuentran en el espacio, disminuyen el espacio y fomentan un tránsito bastante agobiante. Cuando llegamos, nuestra mesa se encontraba situada en la sombra y, a pesar de solicitarlo con tiempo y mesas libres, se niega el cambio sin más explicación que un "no se puede". Por si eso fuera poco, la pobre camarera que se encuentra dando todo lo que puede para atender todas las mesas, no da a basto para atender a todo el mundo, sin conseguir que algunos comensales se levanten de la mesa, no habiendo conseguido ser atendidos. Además, hay dos camareras: una sólo para la comida y otra, sólo para bebidas de toda la terraza.

La música en directo pretende ser lo mejor de todo, aunque si tu mesa está demasiado cerca del pequeño e improvisado escenario, tus oídos agradecerán los descansos de los músicos.

La comida normal, nada del otro mundo. Pedimos: patatas tres salsas, cachopo de jamón y queso, tacos de pollo, la carne mechada y los postres...esto último será lo único que voy a recomendar.

Mis agradecimientos personales a las dos camareras que no perdieron la sonrisa en ningún momento a pesar de las circunstancias.