Sea Club Alàbriga - Beach Bar & Restaurant — Restaurant in Sant Feliu de Guíxols

My friend and me decided to have a nice meal and unfortunately decided on this restaurant. When we showed up the staff barely greeted us and swiftly sat us down. To give them just a little credit our view was lovely. We were given menus right away but it took them a very long time to actually take our order even though there was only a few tables of people throughout the large establishment. Once we did order the staff started to close down different sections of the restaurant even though we came quite close to when they opened which made us feel very uncomfortable. After waiting awhile our food came out and they brought out a completely wrong dish for me. They quickly resolved the matter and prepared me the food I ordered but when I began eating it I found that the Ravioli I ordered was basically raw. When I told the server she just told me in a very cold manner that it was al dente even though it was clearly completely hard. At this point we were both done and wanted to leave so we got the newly prepared dish to go. Although the manager tried to resolve the matter the other two servers working were cold to both of us the rest of the time. I do not recommend coming here as the steep price for the food and poor service is...

Alàbriga Beach Club is the perfect mix of elegance, comfort, and breathtaking sea views. The setting is stunning – right by the water with stylish sunbeds, a sparkling pool, and an atmosphere that feels exclusive yet welcoming. The food is outstanding: fresh seafood cooked to perfection, creative Mediterranean dishes, and beautifully presented cocktails that taste as good as they look. Service is impeccable – attentive, friendly, and always with a smile. Whether you’re here for a long, lazy lunch, sunset drinks, or a special celebration, everything feels carefully curated to make your experience unforgettable. Prices match the premium quality, and every detail, from the music to the plating, shows attention and care. A must-visit spot on the Costa Brava for those who appreciate fine dining in a chic...

VOY A DIVIDIR LA RESEÑA EN DOS PARTES, POR QUE NO ME DA. La llegada al antro es de lo más lujoso y exclusive, excepto por la falta de portero/aparcacoches. Nos indicaron la ubicación del parking por teléfono y tuvimos trabajo en encontrar el sitio para comer, tuvimos que perseguir a toda prisa a miembros asiáticos del personal para encontrarlo al fin.

El servicio fue sin duda lo mejor del lugar: atentos a nuestras necesidades, serviciales, amables y divertidos. Nos dieron buenas vibras y aportaron sabiduría a nuestra interacción con el famoso futbolista brasileiro (continuar leyendo para saber más). Un camarero vió como me quejaba de mis dolores lumbares desde 7 metros de distancia, vino corriendo bajando las escaleras como usain bolt, y sacó un cojín de la nada para colocarlo y así aportar comodidad en mi asiento, ningún hombre se había preocupado tanto por mi columna.

La comida, lo más desastroso del lugar. Para ser un restaurante de gran lujo, parecía sacada de la sección de congelados de Alimentos Mari.

Burrata amb tomàquet, vinagreta amb ametlles torrades, all i alfàbrega: La burrata era de buena calité y fue, sin duda, el mejor plato que pedimos. Se notaba perfectamente en su sabor que era recién importada de la antigua granja italiana de las primeras décadas del siglo XX dónde Lorenzo Bianchino inventó la Burrata. Al probarla, mi cuerpo se transportó a Italia. Los tomates, eran del tamaño perfecto oscilando la yema de un dedo y una pelota de golf, rozando una forma esférica y ligeramente obolonga. Su color era rojo intenso, tan rojo que despertó en mí una pasión que jamás había sentido antes.

Bunyols cremosos amb Pernil Ibèric 100%: Voy a destapar el plato que se esconde detrás de esta denominación LUX. Para empezar las croquetas parecían ovnis, no sabía si estaba comiendo croquetas, o UFOS de chuche (inserto fotos a continuación). Los buñuelos, que parecían hechos con un sacabolas de helado, estaban más secos que una suela de zapato. Algunos estaban calentitos y otros estaban igual de fríos que la nieve del Polo Norte, cada mordida era una no tan gratificante sorpresa. Son todo mentiras, no eran nada cremosas, ni encontré una sola unidad de jamón en su interior, igual se camuflaron con toda la pasta congelada, pero fui engañada y estoy en tratamiento psicológico...