El Bar Casa Alberto es como un libro de tapa dura que, aunque su portada promete una historia emocionante, al abrirlo te encuentras con páginas un poco desgastadas. Sin embargo, la verdadera aventura comienza en la barra, donde esperamos sin reserva, disfrutando de unos vinos y empapándonos del ambiente del local. Desde allí, el lugar parecía tener un encanto especial, pero nos trasladaron a un espacio contiguo que más parecía un almacén olvidado por el tiempo, con sus cuatro paredes que gritaban por una renovación, un sitio que dudo que tenga licencia y que desmerece mucho cualquier experiencia gastronómica.
Pero como en toda buena historia, lo que importa es el contenido, y en este caso, fue el enorme cachopo recomendado por el dueño lo que nos mantuvo interesados. Este gigante relleno de queso, acompañado de un pimiento y un huevo, junto con patatas fritas, nos permitió compartir una buena comida. Y para acompañarlo, unas alcachofas con papada y un huevo poché que demostraron que la cocina tradicional aún tiene mucho que ofrecer.
Con tres copas de vino, café, té y una cuenta de 50,20€ por todo, podemos decir que salimos bien alimentados y con una historia que contar. Aunque el ambiente del local contiguo no estuviera a la altura de nuestras expectativas, la amabilidad y rapidez del servicio hicieron que nuestra visita valiera la pena. En resumen, en el Bar Casa Alberto, la comida es la protagonista indiscutible, y por eso merece la pena adentrarse en sus páginas, incluso si la portada (del apéndice o almacén) no es la...
Read moreI ordered a Caesar salad and the chicken was raw. When I pointed it out, the waiter asked if I wanted it cooked more, as if medium rare chicken is something acceptable to serve.
When it came time to pay, I asked to be charged in euros, but he still processed the payment in my local currency. There was no apology and not even a small gesture like offering a drink to make up for the mistake.
Overall, it was a very...
Read moreDecidimos ir a comer un lunes de agosto. A pesar de ser un día entre semana, el local estaba bastante concurrido. Las cartas, por desgracia, estaban desgastadas y en mal estado. El servicio fue lento, probablemente debido a la cantidad de gente que había.
Nos sentamos en una sala interior, donde la temperatura era agradable, pero el ruido resultaba molesto, dificultando la conversación con la persona frente a mí.
El mobiliario era algo incómodo, ya que no había sillas, solo taburetes.
Optamos por pedir torreznos, huevos con patatas y jamón, y un plato combinado de hamburguesa. La comida estaba buena, correcta aunque no era especialmente memorable. Eso sí, las porciones eran generosas.
El café, sin embargo, dejó mucho que desear, y la Coca-Cola que nos sirvieron era de una botella pequeña de vidrio, lo cual no fue del todo satisfactorio.
Un detalle que no pasó desapercibido fue que, cuando tardaron en servirnos los torreznos, nos preguntaron si queríamos pan, a lo que respondimos que no. Sin embargo, al traer el plato principal, nos pusieron pan sin consultarnos. Como no lo habíamos pedido, no lo consumimos. Al solicitar la cuenta, notamos que nos habían cobrado el pan. Al hacerles saber que no lo habíamos comido, amablemente nos retiraron ese cargo...
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