Restaurant Rubén Miralles

Comida en familia compartiendo el menú Producte, la opción más corta y barata de las disponibles. Local en un callejón, con algunas mesas en terraza a resguardo del sol que pueden estar bien para los días de calor pero poco apetecibles en días como el que fuimos del mes de diciembre, sin llegar a hacer frío (había comensales en ellas). Interior acogedor. Servicio profesional. En cuanto al menú se compone de:

• Dos snacks y aceite, más el pan. Buen comienzo.
• Tres entrantes que mantienen el nivel.
• En cuanto al plato principal hay cinco posibilidades a elegir, y algunas más con suplemento de precio. Dos elegimos la raya en papillote (con suplemento) muy plana de sabor; otro el cochinillo confitado a baja temperatura (otro de los platos con suplemento) que pese a la recomendación del maître no cumplió las expectativas ni mucho menos (el punto no estaba conseguido, había pequeños huesecillos y estaba falto de temperatura, al igual que la raya); y por último otro comensal pidió el lagarto de cerdo que fue el mejor de los platos principales.
• De postre probamos: un flojo cremoso de limón (una de las cuatro opciones a elegir sin suplemento), la tarta de queso y un coulant. Estos dos últimos con suplemento; la tarta bien sin más y buen coulant de Baileys.
• Para acompañar agua y una copa de vino por persona (dos de tinto y dos de blanco en total). Carta de vinos con precios ligeramente subidos. Raciones generosas. Muy buena presentación de los platos. En total 210 € los cuatro que, sin parecernos caro, se nos antoja un precio alto para un restaurante con Bid Gourmand de Michelín (el menú elegido, la opción más económica, cuesta 36,50 € a la hora de comer en días laborables y 42,50 € por la noche y en días festivos, sin tener en cuenta los suplementos de algunos platos). Nota global: 13/20.