Algodón por fuera, balastro de corazón
Desde la rambla, el lugar parecía sacado de una postal. Mesas con vista al mar, el sonido de las olas y una promesa implícita de una tarde tranquila. Pero cruzamos la puerta y tuvimos la sensación de caer en una trampa.
Nos sentamos en una mesa con vista al desastre: sillas manchadas y varias marcadas con souvenirs alados -caca de paloma, para ser exactos- Cambiarnos casi no fue opción; porque encontrar lugares limpios era como encontrar agua en el desierto.
Cuando por fin logramos que alguien nos prestara atención, la experiencia dio un giro aún más surrealista. La moza, identificada por sus mechitas en el pelo y su mal humor, nos tiró la carta sobre la mesa como si le estuviéramos pidiendo un favor. Encima, la carta era de almuerzo y cena, pero estábamos en horario de merienda. Lo señalamos, y ella, con el entusiasmo de quien ya perdió la fe en la humanidad, nos ignoró. Fue su compañera quien luego de algunos minutos, nos entregó la carta que de la merienda.
Pidamos entonces. Pero no se equivoquen: aquí pedir es como jugar a la lotería. Hay un 100% de probabilidades de que no tengan lo que querés. Lo intentamos tres veces antes de rendirnos y pedir lo único disponible, como quien elige el último paraguas roto en medio de una tormenta.
La comida tardó tanto en llegar que empezamos a preguntarnos si tendríamos que llamar a un arqueólogo para desenterrarla. Cuando finalmente apareció, el golpe final: un brownie de $240. Sí, doscientos pesos por algo que en el supermercado cuesta $30. Esperábamos, al menos, que trajera una presentación digna de Instagram. Pero no. Era un cuadrado pequeño y solitario, con un poco de merengue, en un plato blanco.
Las hamburguesas, por cierto, no existían. Porque en este lugar, lo esencial siempre falta. Las mozas siguieron desfilando con la velocidad de un rayo pero sin mirarnos jamás. Pedir la cuenta fue otra odisea. Al segundo intento, nos empezamos a sentir invisibles. Al tercero, invisibles y ridículos. Al cuarto, ya nos reíamos por no llorar.
Nos fuimos con hambre, enojo y el alivio de saber que nunca más volveríamos. Porque, aunque el lugar reluce como oro pulido, por dentro no es...
Read moreFuimos con mi pareja el sábado por la tarde, alrededor de las 18:20. Al ingresar, una moza con muy poca cordialidad nos preguntó si teníamos reserva; respondimos que no y nos llevó a una mesa. Minutos después, otra moza nos gritó desde lejos: “van a pedir merienda para dos?”. Mi pareja respondió que sí, y ella nos consultó por la bebida. Hasta ese momento lo único que habíamos recibido fue una atención cero educada y sin ofrecernos la carta ni explicarnos la demora que había.
recién a las 19, es decir, media hora después, nos trajeron las bebidas (los capuccinos y los jugos). Observamos que todas las mesas estaban en una situación similar: a algunas les servían la bebida pero les faltaba la comida, y en otras al revés. Una hora después de nuestra llegada, aún seguíamos esperando lo restante de la merienda. Incluso vimos que a una mesa que llegaron después que nosotros ya les habían servido.
Finalmente, después de más de una hora, nos trajeron parte de lo que faltaba, pero no los scones, el budín ni las porciones de torta. Consultamos a la moza y nos explicó que ya no tenían más de esos productos, y que podían “compensar” con una medialuna rellena. Algo que nos resultó insólito, considerando que habíamos pedido una merienda completa y no nos avisaron que no tenían más. También notamos que a la mesa de enfrente les faltaron cosas en su merienda para 2, pero en su caso la moza no les ofreció ninguna compensación u opción, simplemente les cobró igual.
Otro punto negativo es que no permiten elegir el sabor de la torta. A nosotros nos dieron cheesecake, y al preguntar si era posible cambiarlo porque no nos gustaba nos dijeron que no.
Al final, la moza se disculpó por el desorden, explicando que empezó la temporada y que estaban desbordados. Es entendible porque el lugar estaba muy lleno, pero la falta de organización, de comunicación, de empatía y de interés hacia el cliente fue notoria.
en conclusión, la merienda, a pesar de todo, estaba rica pero la experiencia fue muy negativa. No volvería ni...
Read moreHoy fuimos a merendar a este lugar el cual nos habían recomendado y salí con la decepción más grande que tuve en años ! Fui Con mis amigos y nuestros hijos, no solo que la mesa no se encontraba en condiciones, sino que siquiera fueron capaces de ponernos un individual . Tuvimos que soportar que una de las mozas maltratara ,agrediera de manera muy violenta a la moza que nos estaba atendiendo súper amable , los nervios que paso la pobre señora eran incontrolables y estaban a la vista . Quien la agredio inclusive casi le pega a mi hijo que estaba sentado , agresividad de alto nivel ! No le bastó con eso sino que también nos insinuó para pelear con los comensales ! Que Porfavor ! No iba a bajar mi nivel a eso. Esas dos mozas dejaron de atendernos en mitad de servicio y apareció otra , que fue aún peor ! Primero q nada se paraba en la cabecera de la mesa y nos mandaba ella a pasarnos las cosas (en ningún momento un Porfavor ni un gracias ) y con el simple hecho de no querer moverse porque lugar tenía , y de sobra ! De 5 capuchinos nos trajeron dos cucharas que tuvimos que compartir , no había ningún tipo de cubierto el cual me canse de pedirle Porfavor un cuchillo ! Durante la merienda tuve q soportar que la moza agresiva nos dijiera cosas en la mesa cada vez q pasaba ! Al Momento de pagar sin preguntar la moza se agregó la propina y ni siquiera el 10por ciento , sino lo que ella quiso que era superior a ese monto !cuando se lo reclamamos nos dijo de todo ! Incluyendo que no fuéramos más porque hoy había trabajado gratis , nos dio direcciones de otros bares y que no pise más ! Nunca en la vida me había pasado algo asi ! Nos arruinó la tarde de amigas con hijos eligiendo un lugar tan lindo pasamos un sábado horrible sin poder evitarlo , cayéndonos hasta mal la...
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