• Contexto histórico urbano: Para la primera veintena del siglo XX a pesar de estar baldío y sin nombre aún, la actual Plaza España congregó en su cercanía las edificaciones de grandes palacetes para la alta burguesía. • En 1912 en una manzana frente a la Plaza España se inició la construcción de la gran mansión del doctor Martín Ferreyra, cirujano de prestigio, empresario de la cal y político renombrado. Habiendo vivido en París, la encargó a los arquitectos Ernest Paul y Maurice Sanson, pidiéndoles que se inspiraran en otra obra de ese estudio, que le había gustado mucho: el hotel Kessler (1905), ubicado en la avenida Raphaël de la capital francesa. El doctor Ferreyra solicitó al experimentado ingeniero Carlos Agote,entonces director de la construcción del Palacio Paz en Buenos Aires, que se hiciera cargo de la edificación de la nueva residencia. Las obras, sufrieron demoras al iniciarse la Primera Guerra Mundial y concluyeron definitivamente hacia 1916, con 5.145 metros cuadrados construidos, es un perfecto exponente de la arquitectura neoclasicista francesa. Entre 1900 y 1950, el afrancesamiento del espacio doméstico acompañaba un cambio en la vida solariega y casi hermética, por otro más cosmopolita y extrovertido, con una disposición que busca la interrelación, dotando de más locales para la vida social y cultural de sus propietarios. En la década de 1940, las distintas ramas de la familia comenzaron a marcharse, dejando la casa la última integrante en 2004, año en el que se comenzó el proceso de expropiación para convertirlo en museo. • Este amplio monumento cordobés que todos llamamos Palacio, y que también fue llamado "el chalet de los Ferreyra", la familia de sus dueños (cordobesa del siglo XVI) la llamaban la casa grande. Rodeado por 385 metros de férrea verja montada sobre pie de granito rosa y un portón clasicista monárquico Luis XIV, decorados con fundición artística, fueron realizados por A. Motteau, de Bs As. Está concebido como un volumen compacto prismático, ubicado sobre un parque de una hectárea, combina áreas de trazado geométrico con otras de inspiración naturalista, diseñado por Charles Thays, este parque es un ejemplo de jardín privado urbano, es el de mayor tamaño y mejor conservado de la Argentina. Con implantaciones arbóreas de distintas alturas y formas, aún se conservan algunas especies autóctonas y exóticas, entre las que se cuentan acacias, coníferas (cedros y cipreses), eucaliptos, jacarandás, plátanos y palmeras canarias, sombreando a una fuente estatuaria. Sus sobrias fachadas revocadas en símil piedra, están proporcionalmente diseñadas, con el juego alternado y repetitivo, entre aventanamientos enmarcados con paños almohadillados y otros lisos. Cargada de relieves con motivos florales y de cabezas de león. En la fachada principal que se levanta sobre la avenida Hipólito Yrigoyen, tuvo yuxtapuesto un pórtico para el ingreso con carruajes, y sobre su lateral, un decorado nicho central con un relieve escultórico en mármol blanco, que muestra tres niños sosteniendo una canasta de frutos y flores, alegoría a la abundancia. Sobre el frente a Bv. Chacabuco, sobresale una amplia terraza enmarcada por dos escalinatas laterales. • El interior del edificio: Fue realizado con la contratación de las firmas más importantes de París: Baqués Fréres en iluminación aportando cuatro arañas de bronce con caireles de cristal; la Casa Krieger de París proyectó la decoración estilo Luis XVI, e incluso la calefacción también vino de Francia. La firma R. Blaque Bélaire proveyó, toneladas de mobiliarios, como las camas con baldaquinos y dosel y los tocadores de hierro dorado con mármol. Originalmente el palacio contaba con 60 habitaciones desarrolladas en 4 niveles, 19 baños y múltiples espacios para reuniones familiares: El subsuelo fue para alojar la bodega, la cocina, la caldera, y todos los sectores de servicio, incluyendo sus dormitorios y baños separados por sexo, y una escalera de servicio que une todas las plantas. En planta noble(nivel +3,95m), ocho grandes ambientes se destacaban,...
Read moreFue la residencia de la familia Ferreyra desde 1912 hasta 2005. El proyecto se encargó al estudio del arquitecto francés Ernest Paul Sansón. Martín Ferreyra viajaba con frecuencia a Francia y se inspira en el Hotel Kessler, uno de los edificios parisinos emblemáticos de la avenida Raphel de la Rive Gauche que perteneció al perfumista Coty. La tipologia de su arquitectura responde al de "Hotel Particular", que reflejaba el modelo de vida de una clase social que tenía como horizonte la Europa de fines del siglo XIX. Para la construcción y dirección técnica, se contrató al ingeniero civil y arquitecto argentino Carlos Agote, que estudió en París. Para la decoración, se eligió a la firma parisina Krieger encargada del diseño de los salones con estilo Imperio y Luis XVI. El paisajismo de los jardines fue dirigido por el francés Charles Thays.
Se construyeron más de cinco mil metros cuadrados cubiertos distribuidos en cuatro niveles. La casa contaba con 35 cuartos, 19 baños y múltiples salas para distintos usos. El portón de ingreso estilo Luis XIV y sus 424 metros de reja con adornos de fundición apoyados sobre un zócalo de granito rosa y gris, fueron diseñados por la firma parisina Societé Anonyme du Val d'Osne. La arquitectura cuenta con cuatro frentes simétricos, con una línea superior continua de balaustradas coronadas por jarrones. Las ventanas llevan ornamentaciones que representan vegetales y atributos de divinidades mitológicas. En uno de sus laterales, se encontraba el pórtico de honor para ingreso y pasaje de vehículos, en otro lateral su gran terraza con dos escaleras de mármol a cada lado, que dan paso hacia el parque. La disposición interior se organizaba en torno a un gran hall central, que conducía hacia la derecha, al comedor, sala de billar, detrás el jardín de invierno y hacia la izquierda el salón dorado. La imponente escalera central daba acceso al primer piso, a las habitaciones principales de la familia. En el segundo piso, había dormitorios comunes. El subsuelo se empleaba para la cocina, depósito, sala de caldera, gimnasio, bodega garaje y dormitorios para personal de servicio. La construccion llevó 4 años (1912 a 1916) debido a la demora de entrega de materiales por la primera guerra mundial. Actualmente exposición de arte contemporaneo y moderno. Un tercer nivel de juguetes de niños para admirar....
Read moreImponente. Sin dudas, una de las referencias obligadas para cualquier visitante a Córdoba. Las entradas se adquieren por el sistema Auto Entrada, todos los miércoles son gratuitas, pero se debe hacer el proceso en la web (es bastante rápido). Se accede por el ingreso principal, donde se toma la temperatura por protocolo COVID. Es importante destacar que no se puede hacer uso del parque por la pandemia. Se accede al hall principal donde se valida la entrada. Una vez adentro, queda uno librado al azar o a Google. En la entrada a cada sala hay un código QR con el que se accede a visitas virtuales al museo y a archivos de audio en Soundcloud. Muy buena iniciativa, si no fuera porque NO ES COMPATIBLE CON DISPOSITIVOS MÓVILES (?). Desconozco si el resto de los días hay personal haciendo visitas guiadas. Los miércoles, no. Tanto en el museo Evita como en el MEC, me queda la sensación de que el personal trabaja a desgano, como si no se hubiesen enterado que son parte fundamental del acceso a la cultura. Poca información, poco accesible. Solía haber un bar, que no está habilitado. El baño de discapacitados, en el subsuelo, con las luces apagadas y ningún interruptor a la vista. Las escaleras forradas en cuero son una idea interesante, pero es llamativo el mal gusto de forrarlas con nylon transparente y engrapado (como los taxis de antaño). El personal de maestranza conversando voz en cuello es un detalle también a tener en cuenta. La exposición, en las distintas salas es muy interesante. La serie «Manos anónimas» de Carlos Alonso es de visita indispensable. Hay obras de Caraffa, Vidal o Petorutti que son joyas. Un detalle: siempre me dio la sensación que la pecera que construyeron en la terraza/balcón es un desacierto, más si no limpian seguido los vidrios. Los sillones rotos en el parque tampoco ayudan. Queda una sensación de poco aprovechado y que la integración antiguo/moderno de lo arquitectónico está un poco en falta. Aún así, vale la pena visitar el museo. Hay obras...
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