Uma visita ao Castelo de Miranda do Douro é muito mais do que apenas apreciar ruínas; é uma verdadeira imersão na história, repleta de momentos de glória e tragédia que moldaram esta bela região.
É impossível não sentir o peso da "Guerra Mirandesa" ou "Guerra do Mirandum(como localmente é conhecida a Guerra Fantástica de 1762) ao caminhar pelas muralhas. O que resta da antiga praça-forte, outrora imponente, conta a dramática história da explosão do paiol a 8 de maio de 1762. Essa catástrofe, que levou à morte de mais de 400 pessoas, é um lembrete vívido da brutalidade da guerra e do sacrifício dos mirandeses. As ruínas são um testemunho pungente desse evento devastador, e é emocionante (e um pouco arrepiante) pensar que ali jazem segredos e vestígios das vítimas.
Nesta guerra, um exército franco-espanhol com cerca de 42.000 homens invadiu Portugal pela fronteira de Trás-os-Montes. À espera deles estava um exército Anglo-Português de 15.000 soldados que, mais uma vez, humilhou a sua vizinha Espanha (sempre humilhada e subjugada por Portugal), mas também a grande e temida potência que era a França.
A humilhação foi tanta que espanhóis e franceses perderam mais de metade do seu efetivo, tendo baixas a rondar os 25.000 homens, e foram, inclusive, obrigados a abandonar feridos e doentes em território inimigo. Do diminuto exército Anglo-Português, registaram-se apenas cerca de 1.500 a 2.000 baixas, o que perpetua o heroísmo, a resiliência e a valentia não só do exército português, como do povo português, e neste caso específico, do povo mirandês.
Apesar da destruição, o castelo e as muralhas que resistiram contam a história de uma comunidade resiliente. Hoje, o local oferece vistas deslumbrantes sobre o rio Douro e a paisagem circundante, convidando à contemplação e à reflexão.
Recomendo vivamente a visita a este local carregado de significado. É uma experiência que nos conecta com o passado e nos faz valorizar a importância de preservar a nossa história. O Castelo de Miranda do Douro não é apenas um monumento; é uma...
Read moreEn la actualidad se conserva la torre del homenaje, parcialmente derruida, así como parte de los lienzos de la muralla y el pozo en el centro del patio de armas. El conjunto está clasificado como Inmueble de Interés Público desde 1955 y es visita obligada junto a los restos de las murallas que aún circundan la ciudad de Miranda. Miranda de Duero siempre fue una población bastante importante, sobre todo en la Edad Media, debido a su situación fronteriza, que le dio protagonismo en la historia al ser lugar de batalla en la denominada Guerra de los Siete Años, que enfrentó a España y Portugal, junto con otras naciones. El 5 de mayo de 1762, el ejército español parte de Alcañices con el objetivo de asediar Miranda. Uno de los proyectiles de los españoles cayó en el almacén de explosivos del castillo de Miranda, donde se almacenaban hasta 250 barriles de pólvora. La explosión fue de tal envergadura que se sintió incluso en la aldea de Ifanes, dentro del municipio de Miranda, donde se encontraba el ejército irlandés. La torre del homenaje y las murallas salieron volando en pedazos, matando con ello a muchos milicianos, soldados y habitantes de la ciudad. El gobernador de Miranda no tuvo otra opción que rendir la ciudad. El ejército español auxilió a los heridos y tomó como prisioneros a más de 1000 milicianos y 100 soldados. Al finalizar la guerra, el ejército español abandonaría la ciudad, en 1763, tras un año...
Read more23.04.2025 El Castillo de Miranda do Douro se encuentra en un alto a la entrada del casco histórico, desde donde domina la cuenca de los ríos Duero y Fresno. Fue mandado construir a finales del siglo XIII por el rey Dinis, aunque ampliado en el XV por la revolución de la pólvora (se añadió una torre y una nueva muralla con troneras para disparar). Ahora sólo se conservan sus ruinas, ya que fue arrasado en 1.762 cuando la ciudad fue tomada por las tropas de Carlos III de España, durante la guerra de los Siete Años.
Tiene planta rectangular y estaba flanqueado por cuatro torreones en los ángulos, siendo la Torre del Homenaje la más grande. La que aún queda en pie. En el centro del patio de armas se encuentra el pozo, al que había que bajar por 46 escalones de caracol para coger agua.
Hasta que se construyó el Palacio Episcopal a mediados del XVI, este castillo fue la residencia de los obispos. Ahora está declarado Monumento Nacional y el recinto está rodeado de jardines. Aún se conservan fragmentos de murallas y varias puertas de entrada...
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