El convento de Santa Clara, también llamado convento de Las Claras, es un antiguo monasterio de Clarisas construido en el siglo xvii dentro del estilo barroco y emplazado en la localidad vallisoletana de Peñafiel, en Castilla y León (España).El monasterio estuvo activo hasta el año 2001, en el que las religiosas vendieron las dependencias conventuales a un particular, acogiendo en la actualidad un negocio de hostelería, mientras que la iglesia continúa consagrada al culto.El convento fue fundado por doña Isabel de la Cueva y Castilla (m. 1619), hermana de Beltrán III de la Cueva y Castilla, VI duque de Alburquerque, ambos hijos de Diego de la Cueva y Toledo, mayordomo de Carlos I de España, y nietos de Francisco Fernández de la Cueva y Mendoza, II duque de Alburquerque, siendo viuda de Pedro Téllez-Girón y de la Cueva, I duque de Osuna y I marqués de Peñafiel. Para ello su hijo, el sucesor en la Casa de Osuna, la cedió una casa extramuros de la villa, otorgando la escritura de fundación en la villa segoviana de Cuéllar el 7 de octubre de 1606.[1]
En la escritura de fundación, Isabel manifiesta que lo hace por el amor y afición que tiene por la villa, que debía ser de monjas religiosas de velo y regladas por la Clarisas. Además, le atribuye el nombre o advocación de Monasterio de la Encarnación del Hijo de Dios, e incluye como hermanas fundadoras a varias religiosas del monasterio de Santa Clara de Villafrechós (Valladolid), patronato de la casa, entre las que destacan Beatriz Girón, hija de su marido, y Leonor Girón, hija del duque don Juan, su hijo.[1]
La iglesia fue edificada en 1698. En 1982 se incoó procedimiento para declarar Monumento Nacional a la iglesia conventual y el llamado Arco de la Tapia. Su estatus actual es de Bien de Interés Cultural (BIC).
La vida conventual se prolongó hasta 2001. Dos años después, las Clarisas vendieron las dependencias conventuales -no la iglesia, que siguió destinada al culto por algo más de 2 millones de euros a unos promotores empresariales locales que, tras someterlas a una profunda obra de rehabilitación y acondicionamiento, las convirtieron en una moderna instalación hotelera. Este hotel-spa fue...
Read moreConvento de Santa Clara (1606-98), en Peñafiel (Valladolid). El Convento de las Claras es un monasterio de monjas clarisas franciscanas, orden de las hermanas pobres de Santa Clara -instituto religioso de la segunda orden de San Francisco, fundada en 1212 por San Francesco d'Assisi llamado Giovanni di Pietro Bernardone (1181-1226) y la monja Chiara/Clara d'Assisi llamada Chiara Scifi (1194-1253)-. Según proyecto barroco fue fundado en casa extramuros cedida por la Casa de Osuna, con monjas del monasterio de Santa Clara de Villafrechós (Valladolid) -destacando doña Beatriz Girón y doña Leonor Girón, hija y nieta de don Pedro Téllez- como 'Monasterio de la Encarnación del Hijo de Dios' por doña Isabel de la Cueva y Castilla (+1619), viuda de don Pedro Téllez-Girón y de la Cueva -I duque de Osuna y I marqués de Peñafiel- y hermana de don Beltrán III de la Cueva y Castilla, VI duque de Alburquerque -hijos de don Diego de la Cueva y Toledo, mayordomo del rey Carlos I de España (1516-56)-. La iglesia fue erigida en 1698, sigue el modelo de iglesia centralizada, de planta octogonal coronada por cúpula elíptica; presbiterio rectangular con bóveda de lunetos y coro a los pies. Decoración exterior de pilastras corintias. Retablo mayor barroco (1703) del maestro ensamblador Alonso del Manzano -con Cristo del s. XVI e imágenes de San Francisco y San Bernardino del maestro escultor vallisoletano Juan de Ávila (1652-1702)-. Inmaculada del maestro escultor gallego Gregorio Fernández (1576-1636). Portada de arco de medio punto enmarcada por pilastras y rematada por frontón y blasones de los patrones. Exclaustrado, el monasterio estuvo activo hasta 2001, las religiosas vendieron el convento -que no la iglesia- por 2 mill. € (2003) a promotores locales que han instalado un negocio de hostelería (hotel** abierto en 2006), en lo que era el claustro y las celdas...
Read moreHotel bien sitiado, y es fácil encontrar aparcamiento en sus alrededores qunq dispone de un pequeño parking privado. Esta muy bien restaurado y es un lugar precioso, la piscina increible. Tranquila, con vistas al castillo y con control de aforo. La atencion por parte del personal es buena. Nuestra habitacion era amplia y espaciosa tanto el cuarto como el baño, eran dos camas individuales juntas , una de calidad normal pero la otra muy mala, el colchón se hundia en medio y la almohada era bastante mala. En el baño dispones de secador, gel de ducha, champú, crema...
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