Se trata de un edificio de la segunda mitad del siglo XII y principios de XIII, se relaciona con los Hospitalarios, los Templarios y también debió pertenecer a la Orden de San Juan de Jerusalén hasta el siglo XIX. Es una de las más bellas de la ciudad y su arquitecto fue Giral Fruchel, conocido por haber llevado a cabo obras de finalización y rematado de la Catedral de Ávila. Consta de una nave de tres tramos, encabezada por presbiterio recto y ábside en emiciclo. En sus muros sur, norte y oeste se abren sendas portadas. Se completa el conjunto con una torre inconclusa. En un principio el techo del templo era abovedado, pero se derrumbó y hoy se cubre con armaduras de madera a dos aguas. En el interior destaca un sepulcro románico de una dama desconocida que algunos atribuyen a la reina Doña Urraca de Portugal, primera mujer de Fernando II, y dos tabernáculos incrustados en los ángulos delanteros de la nave y cubiertos con bóveda de cañón. En el alzado, se encuentra un primer cuerpo con baldaquinos o tabernáculos del siglo XII y un segundo cuerpo con columnas y remate de canecillos. La cubierta de la cabecera es una bóveda con nervios de refuerzo. La portada meridional tiene una decoración vegetal que representa el paraíso celestial, en la segunda arquivolta, destacan dos dovelas, una muestra una cabeza humana de ojos saltones (hay quien lo atribuye a una representación del arquitecto) y al lado otra arquivolta que muestra un obispo o prelado (hay quien lo atribuye a una representación del obispo de la ciudad en ese momento). Las demás portadas son más austeras. Hay una leyenda popular que dice que si no ves al obispo labrado en la portada meridional no te casas. Fue declarada Monumento Nacional en 1910.