Después de mucho ver en redes a gente yendo a este local, acudí con mi pareja a comer en fin de semana tras una larga lista de espera.
El restaurante tiene una ubicación con unas vistas preciosas desde todas las mesas del interior, incluso las que no están pegadas a las ventanas.
Al entrar y sentarnos, la primera impresión es de que hay demasiadas mesas en muy poco espacio y que tenemos dos personas a cada lado a escasos centímetros. Es decir, se siente una falta de intimidad grande y da la sensación de que estamos comiendo en comuna con las mesas de al lado.
La atención de los camareros y camareras que nos tocaron fue genial, simpáticos y atentos.
De beber pedimos un Spritz y un Negroni, ambos muy ricos y en el caso del Spritz de generosa cantidad y bien de precio.
No ordenamos entrante y pasamos directamente a los principales. Fuimos a por los fettuccine con ragú de boletus y pappardelle con ragú de jabalí. Aquí la cosa ya no nos gustó tanto. En el primer plato el sabor a tomate concentrado se comía cualquier atisbo de gusto a setas. Podía no haberlas llevado. En el ragú de jabalí el sabor de la carne era demasiado suave. No dudo que fuera jabalí pero si intensidad debe ser mayor, lo que creo que es la gracia de esa carne. A mi juicio más se acercaba a una pasta sencilla con carne de ternera y nuevamente mucho sabor a tomate. La presentación es buena y la cantidad es justa.
En mi opinión ambos platos se quedan lejos de lo que deberían ser. Más aún, teniendo en cuenta que vas a cobrar 17 y 18€ por cada uno respectivamente.
De postre pedimos la torrija de panetonne, que caramelizan en mesa con el soplete y acompañan de helado. Es lo que más nos gustó de todo y no sé si el bizcocho ni el helado son hechos por ellos. Pero estaba riquísimo.
Parece que, como ya estamos metidos en una vorágine de inflación todo vale, pero 17-18€ por un plato de pasta solo sería justificable si tiene algo realmente diferenciador, lo cual no es el caso. Como ya dije antes, tampoco la experiencia en el local está a la altura de ese gasto ya que, aunque el entorno es bonito, el ambiente en el interior es de estar comiendo en un local concurrido de diario, que no sería ningún problema si la comida está rica y los precios son acordes.
En resumidas cuentas, luces y sombras. Acabamos de venir de un viaje por Italia e hincharnos a pizzas, polpettes y pastas deliciosas así que la sensación de desencanto es mayor.
En mi opinión, si quieren mantener ese rango de precios en un local bonito pero sencillo y apretado, tendrán que ofrecer una comida con sabores más logrados....
Read moreArrabiata está situado en la zona de la Domus, con unas vistas privilegiadas de toda la bahía de la Coruña. Si queréis disfrutarlas realmente, mejor la reserva que sea de día, porque de noche apenas se ve nada.
El local es pequeñito, con no más de ocho mesas, pero el espacio está fantásticamente aprovechado, proporcionando muy buenas vistas a todas las mesas y creando espacios íntimos a pesar de que no existe demasiada separación entre unas y otras. La única pega que le pongo es que no hay sitio para colgar los abrigos, y acabas teniendo que tenerlo a tu lado o por encima de la decoración que está tras la mesa.
Carta bastante amplia con platos puramente italianos, y ojo, sin pizzas. Nos asesoraron súper bien con las cantidades para una cena, y entre cuatro compartimos un entrante y cada uno eligió un principal. Para empezar probamos la Burrata con Caponata, en donde tanto el queso como las verduras estaban fantásticos. Posteriormente, dos platos de Papardelle con Ragú de Jabalí salvaje (la mejor “bolognesa” que he comido nunca), spaguetti a la Putanesca, muy ricos, y trofie con pesto a la Genovese, que se hacen un poco insípidos y repetitivos, al ser únicamente pasta y piñones con el pesto.
Postres espectaculares: Torrija de Pandoro, en donde el panettone le da un toque fabuloso al conjunto, y Tarta de Quesos italianos, perfecta de punto y con muy buena combinación de quesos.
El servicio fue, por momentos, impecable. Cercano, optimizando cantidades, atento y simpático. Pero, y vamos con el principal PERO de la cena, reservando a las 22:30 no pueden “invitarte a irte” a las 23:45, sobre todo cuando se hace apagando la música y soltando frases como “estoy esperando a que se vayan”, “ya te tengo la cuenta preparada” o retirándonos los platos del postre sin haber terminado. Apenas pudimos acabarnos los cafés, y mucho menos abrir unos regalos para la cumpleañera. Nos hicieron sentir incómodos y nos fuimos. Yo soy el primero que aboga por la conciliación familiar, pero una hora y cuarto de cena empezando a las 22:30, no me parece un abuso. Si se quieren ir antes para casa que no acepten reservas más allá de las 21:30, pero ese tipo de indirectas, cuando no hemos terminado de cenar, hacen poco probable que volvamos de nuevo.
Y es una lástima, porque por 30€ por cabeza cenamos de fábula, con platos de gran calidad en un restaurante con mucho encanto. Pena de servicio al final (que no durante...
Read moreHoy visitamos este restaurante para un almuerzo con un grupo de cinco personas (cuatro adultos y una niña).
Desde afuera, el lugar parece muy informal y sencillo, con un ambiente verde y relajado. Sin embargo, al entrar, te sumerges en un auténtico oasis mediterráneo, con una decoración en tonos blancos y beige, piedra natural y un aire que evoca la cultura antigua romana. Todo con un estilo minimalista pero extremadamente bien cuidado. Es un espacio pequeño y exclusivo, por lo que se recomienda reservar con antelación.
La comida fue muy buena. Se nota la calidad de los ingredientes en cada plato. Como entrantes, compartimos unas albóndigas de carne excepcional con una deliciosa salsa de tomate hecha con tomates italianos frescos y una burrata con berenjena y otras verduras, una combinación de sabores frescos y equilibrados.
Como platos principales, cada uno eligió un plato distinto. Destaco especialmente los papardelle con ragú de jabalí, que fueron los mejores con diferencia. También probamos una opción con mariscos y otra con ragú de setas, ambas con base de salsa de tomate.
Además, pedimos dos opciones más cremosas: unos spaghetti carbonara y unos gnocchi en salsa de gorgonzola, donde la pasta se mezclaba directamente dentro del queso hasta alcanzar una textura perfecta.
Para el postre, probamos las tres opciones del menú: una cheesecake de quesos italianos, una torrija de pandoro (para mí gusto, sobrevalorada) y un tiramisú, que tenía un sabor y textura perfectos.
Por poner un pequeño punto negativo, la atención del servicio no estuvo a la altura de la categoría del restaurante. Aunque fue correcta, faltó un poco más de cuidado y atención al detalle, como platos adicionales para compartir los postres, que se pusieron al centro de la mesa con unas cucharas.
Además, la relación calidad-precio es bastante alta. Entiendo que los ingredientes utilizados son de excelente calidad, pero aun así, el precio es elevado teniendo en cuenta que el ingrediente principal de la mayoría de platos no deja de ser pasta.
Es una experiencia gastronómica excepcional, pero hay que estar dispuesto a pagar un precio...
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