Absolutely clueless We sat down. And waited … The first waitress had obviously learnt her lines well; welcoming smiles, the four menus, or should I say the confusing sheets of paper, which she read out to us, as if we couldn’t understand them even if we tried - perhaps from past experience, I’d say. Another ten minute wait until our cold drink choices arrived, although we did have a bottle of water to enjoy as a consolation until then, while we stared at an assortment of mini croissants and pieces of cake accompanied by two small bowls of tomato purée (your guess is as good as mine). The older gentleman (that’s me), was the first to complain, waving his hand several times until said waitress passed the buck on to her boyfriend so he could walk over and find out what was the matter with him. The tomato juice had been the only one to be awarded with a huge rock of ice, which “Monsieur” didn’t want. Well, you see, on an empty stomach - this was “brunch” wasn’t it? - a freezing cold drink isn’t the best greeting. A waitering lesson here: you ask the customer first if he wants ice. Yes, you’ve guessed it: yet another wait until the first proper round of edibles came to the table and we proceeded to relax and commence our late breakfast. Hmm, relax wasn’t really the right word. You see, all this while - roughly half an hour so far - we had already had to ask kindly whether a) the so called music, could be turned down - we were in a direct crossfire between two loudspeakers to boot and b) if it could be something other than the same “song” on a loop. Needless to say that was the last time Miss Welcome was to be seen; until such time that my wife mentioned in passing how she observed her kissing her boyfriend standing next to the bar in plain sight of all those attending. Back to the intermittent food and after several fumblings with the sound system by somebody in the background, the volume was almost back to its original annoying level. The scourge of reggaeton was the last thing we needed to spoil the meal and I went directly to reception to tell them that was enough; that after two hours - yes that long for a brunch - our patience required at least fifteen to twenty torture-free minutes, so we could have our final desserts. The concierge preceded me back to the breakfast area and, silly me, thinking he was telling “the boyfriend” what was what, it turned out that I was to receive an “explanation” by him, instead of an apology! The soundtrack was turned down yet again for a few minutes and we were finally able to hurriedly eat our dessert accompanied by some funky tracks. Oh, don’t get me wrong, I don’t dislike funky, and can also enjoy someone else’s dance music, in small doses, but not forced upon me mid morning in a supposed four star hotel. Another lesson here for the Hilton group in case by this time they haven’t realized why it’s called this: background music is precisely that. Not to worry, you’ll never have to put up...
Read moreComimos en la zona que hace las veces de cafetería, pues clientes que tomaban una cerveza o una copa eran servidos en la misma área común, cuyo cierre son unas cristaleras que proporcionan luz natural, pero que a la vez te convierten en un escaparate para quienes pasean por Zalaeta, restando intimidad a la cena, aunque para tomar un aperitivo la objeción no sea la misma. Buen y educado servicio, aunque un tanto raudos en la recogida, coloquialmente, , algo impropio de la supuesta categoría en la que el restaurante se inscribe, incluso espacialmente, pues se ubica en el hotel Double Tree by Hilton. Comenzamos con una refrescante ensaladilla con gambas de cristal. Sencillamente deliciosa. Mahonesa muy acertada, en sabor y proporción. Continuamos con una Burrata con ( supuestas ) alcachofas confitadas, pesto y pan de aldea frito. Bien en cuanto a sabor, pero eso de pluralizar las alcachofas, dónde estaban ?, dudo, incluso, de que nos hubiesen servido una única pieza debidamente troceada, tal era su escasez. Evidentemente pertenecía a una especie élfica, pues, su ausencia, clamaba. Una pena, pues el mix era muy sugerente, pero la Burrata copó el protagonismo. Sabroso el Wok de noodles con verduras de temporada, pesto y pan de aldea frito. Un acierto, por la elección y por su elaboración. En los tres casos el emplatado fue atractivo y a la altura del marco que esperábamos, a pesar de las objeciones. El postre, sobresaliente. Aquí sí, una generosa ración de un chocolate pleno, con una bola de helado que me recordó a un sorbete de limón ( nada nos explicaron ), sobre una base de galleta desmigada. Los golosos disfrutarán, y los que lo somos menos... también lo hicimos. Para acompañar la cena elegí el siempre notable Textures de Pedra Blanc de Negres 2018, de fina y persistente burbuja, y con ese toque peculiar que proporcionan la Xarel-lo Vermell ( al 50% ), la Sumoll y la Bastard Negre, cada una al 25% Un Brut Nature que recomiendo por su singularidad. Una cosa que no me gustó fue que la música de fondo estuviese excesivamente alta ; algo impropio de la teórica categoría del local, y un aspecto a corregir, pues tuvimos que hacérselo notar al camarero que...
Read moreEsta mañana, a modo de cierre de las vacaciones, decido con mi marido disfrutar de un brunch en el restaurante Hünico del hotel Hilton de A Coruña. La nota discordante y ordinaria la marcó una mujer trabajadora del hotel que compartía mesa con una pareja amiga al fondo de la terraza en la que nos habían acomodado para el deseado disfrute de nuestra selección de platos. Se contoneaba por las instalaciones hablando a voces con sus acompañantes y a distancia cada vez que se levantaba, cuando se despedían y tras habernos enterado de todo lo que hablaron por el tono elevado que utilizaron, dieron ya incorporados, lecciones de pilates a los clientes que allí nos encontrábamos, indicando la forma correcta de “cerrar la cremallera”. Al pasar por delante del mostrador no pudo dejar de escupir esa frase tan chula de “anótalo a mi cuenta”. Esperando estar en un lugar exclusivo, de ambiente correcto y cuidado, comprobamos que existe personal en el hotel debidamente formado para proporcionar el toque choni al establecimiento. Y por si no fuese suficiente, a otras dos personas empleadas o contratadas para la ocasión, no se les ocurre mejor cosa que ponerse a fotografiar un plato sacado de cocina, para imagino colgar en redes sociales, en una mesa muy próxima a la nuestra. Me pregunto si no tienen otro lugar más apropiado para hacer ese tipo de cosas sin distorsionar la tranquilidad de los clientes que allí se encuentren. Lo cierto es que todos estos detalles nos hizo concluir que nos habíamos colado...
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