Hay unas palabras que pronuncia el jefe de sala/sumiller en un momento de la comida, y más menos decían así: “Este es un restaurante de pueblo, y no podemos hacer que nuestra carta de vinos tome una línea demasiado pronunciada” Inmediatamente pienso en la amplia colección de locales que en los últimos años se han hecho fuertes en lugares minúsculos, mucho más minúsculos que Alcantarilla, que cuenta con una población de 43.049, según la consulta que hago en foro ciudad: En Huerta del Marquesado Fuentelgato, en Casas Ibáñez, Cañitas Maite y Oba (con estrella Michelín), en Tramacastilla Hospedería El Batán, y así podría seguir, incluso en nuestra comunidad propuestas como Deskaro, en La Azohía con una poderosísima carta de vinos, o Carmen Playa en Santiago de la Ribera. Inconmensurable éste último, tanto su carta de vinos como su carta de platos). Es decir, no importa la ubicación si el deseo es tener clara la idea de adonde se quiere llegar. Mientras que la carta de platos salados, entrantes, primeros y segundos cuanta con un añadido, titulada “algo más canalla”, donde se encuentras las propuestas, en lectura, más interesantes, resulta que en la carta de vinos no hay ese atrevimiento, esas ganas de jugar, esas ganas de proponer bodegas menos trilladas. Ganas de abrirse a una vía que sí se quiere hacer presente en el menú que La Cavalica propone a quien se acerque hasta su mesa. Comida desigual. Mientras que los primeros compartidos, oreja frita con tartar de gamba blanca, torrezno con parmentier de ñora y ajos, o el brioche de pulpitos muestran una resolución grácil y efectiva, deliciosa la oreja y el torrezno bueno pero algo pastoso, la brioche queda demasiado compacta y poco húmeda. Sin embargo los segundos quedan, el bacalao con crujiente de cerdo, salado, seco y desilusionador ese air bag industrial, y el final, un lingote de cochinillo que se prometía crujiente, llega demasiado compacto, nuevamente seco y falta de crujiente en la parte de la piel. Aunque comestibles los dos platos no pasan a la lista de grandes platos de un año que está por concluir. No hay en los postres esa brillantez de las entradas; la tarta de queso queda poco sabrosa y la leche frita también queda en el limbo nebuloso de lo que puede olvidarse por no llegar a tener un punch en boca notable, que es, a fin de cuenta, lo que busco en cada preparación. Muy entregado y solícito el servicio de sala. Que trata en todo momento de hacer feliz al cliente. Correctas copas para el servicio de vino. Merece la pena visitar La Cavalica, claro que sí, pero deberían seguir dándole una vuelta a la cocina y apretar en la carta de vinos. Lo convertiría en un lugar mucho más interesante y de permanencia en...
Read moreUna experiencia gastronómica de diez en La Cavalica
Visitamos La Cavalica por recomendación y la verdad es que superó nuestras expectativas. Desde que entras, el ambiente transmite calidez y buen gusto: decoración cuidada, iluminación perfecta y una atención por parte del personal que te hace sentir bienvenido desde el primer minuto.
La carta combina tradición murciana con un toque moderno y creativo. Probamos varios platos para compartir y todos nos encantaron: las croquetas de jamón (los famosos “erizos”) fueron un espectáculo, y las gyozas con guiso de atún sorprendieron por su sabor intenso. Como plato principal, la paletilla de cabrito cocinada a baja temperatura estaba tierna y sabrosísima. También pedimos la tortilla vaga con gamba roja, que fue todo un acierto.
La relación calidad-precio es excelente: productos de primera, buena cantidad y precios muy ajustados para lo que ofrecen. Además, tienen opciones para personas con intolerancias o dietas especiales, lo cual es de agradecer.
En definitiva, La Cavalica es un lugar al que sin duda volveremos. Se nota el cariño con el que trabajan y el nivel que quieren mantener. Muy recomendable tanto para una comida especial como para...
Read moreLo que comimos estaba muy bueno. Pero no nos atienderon bien. Me explico, pedimos agua y cerveza. Despues del primero mi marido queria otra cerveza. Estabamos en el fondo de la sala, nos costo mucho llamar la atención del camarero. Cuando por fin vino, le pedimos la cerveza. Lo veiamos dar vueltas, atender a otras mesas, riendose con las chicas de una mesa de 5 chicas, pasar por el pasillo entre las mesas y darse la vuelta de repente. Sacando cosas de un aparador.. Etc. Nosotros seguiamos sin cerveza. Vino el otro camarero a servir el segundo, mi marido le dijo que le habia pedido una cerveza a su compañero, nos dijo que se la traía el otro. Finalmente cuando el segundo estaba casi acabado se dio cuenta el camarero que todavia su compañero no habia traido la bebida y nos la trajo el mismo. Pedimos la cuenta y con frío(el aire estaba a tope) esperamos un ratito. Al final nos levantamos fuimos a la barra donde estaba nuestra cuenta sobre el mostrador esperando que el camarero nos la lleve. Pagamos y nos fuimos. La comida puede estar muy buena pero si tenemos que estar mas pendientes de que el camarero nos haga caso, que de...
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