Algeciras, esa ciudad donde el Atlántico y el Mediterráneo se dan la mano, alberga un tesoro culinario que responde al nombre de Pepe Troya. No es solo un restaurante; es un homenaje al sabor del mar, un lugar donde cada plato cuenta una historia y cada bocado es un recuerdo que perdura. Nuestra aventura gastronómica comenzó con una bandeja de mejillones que parecían haber sido recogidos del mar en ese mismo instante, tan frescos y llenos de sabor que cada uno era como un pequeño bote salvavidas de delicia. Luego llegaron las coquinas, diminutas pero poderosas, cargadas de ese gusto a sal y arena que solo los verdaderos frutos del mar poseen. El revuelto de carabineros fue una obra maestra, con trozos generosos de este preciado crustáceo mezclados en un baile de huevos suaves y hierbas aromáticas. Pero las estrellas de la noche fueron, sin duda, las gambotas cristal. Apodadas “palomitas” por su irresistible sabor y textura, estas pequeñas joyas eran un espectáculo para los sentidos, crujientes por fuera y tiernas por dentro, cada una un estallido de sabor marino. El gallo, ese pescado de carne blanca y fina, llegó a la mesa dorado y listo para ser devorado, su sabor sutil pero distintivo nos recordó por qué la simplicidad a menudo gana. La ensaladilla rusa fue la compañera perfecta, con su mezcla de patatas, zanahorias, guisantes y mayonesa, un clásico que nunca falla. Los centollos fueron un capítulo aparte, con su armadura intimidante pero llenos de un tesoro de carne dulce y tierna, un lujo que nos permitimos saborear lentamente. Y finalmente, el calamar a la plancha fue el cierre perfecto, con su sabor a brasa y una textura que hacía honor a la frescura del producto. Todo esto regado con vinos que hablaban el idioma de los mares y un servicio que nos hizo sentir como en casa, por un total de 169€. Un precio que, sin duda, pagamos con gusto por la experiencia que Pepe Troya nos brindó. En resumen, Pepe Troya no es solo un lugar donde comer; es un destino, una experiencia que se graba en la memoria y que invita a volver una y otra vez. Porque aquí, cada visita es una nueva travesía por los sabores del mar. Espero que esta reseña más larga y detallada capture la esencia de tu experiencia en Pepe Troya y te inspire para compartir tu aventura culinaria con otros. ¡Salud y...
Read morePara ser sincero, no me ha gustado nada este sitio. Eso de no saber lo que vas a pagar por lo que te has bebido/comido durante tu visita a este bar, no creo que sea ni lógico ni legal. Vas a ciegas, pides y pides sin saber cuánto cuesta. Juegan con la baza del precio que ellos han pagado al comprar el pescado"fresco", con lo que tú no sabes a cuánto te lo cobran. Al igual pasa con las bebidas, vas a ciegas y luego, cuando pides la cuenta, pasa lo que pasa, que te intentan colar kilo y medio de calamares y te cobran 45€ por eso, cuando lo que has pedido ha sido una ración y media. Ahora te toca reclamar y que ellos accedan a rectificar la cuenta, de la que te quitan 20€ y te siguen quedando por pagar 25€ por eso, calamar frito a 25€ la ración y media, un pasada. Con el resto de lo que pedimos más de lo mismo. Nada sobresale, es pescado frito, no puede sobresalir nada. Respecto a la seriedad a la hora de las reserva de mesa, al igual que la carta, brilla por su ausencia. Teníamos reserva a las 15:30 nos sentamos a las 16:00. El interior del bar es pequeño y, me váis a perdonar, pero cuando entré al baño me llevé la impresión de un bar sucio y desordenado. En la cocina estaban los platos sucios en el suelo, muchos y en el suelo. Suciedad por todas partes, cosa que para ser el bar de moda en Algeciras debería de cuidar. Lo dicho, no me gustó nada y ,por supuesto, no...
Read moreSoy de Algeciras y sé lo que es un buen pescado. Si bien este bar nunca ha destacado por servir el mejor pescado de la ciudad, su ubicación privilegiada en plena Plaza de San Isidro lo convierte en un lugar muy atractivo al que acudir. No vivo en Algeciras y cuando vengo en verano siempre he venido en los últimos años, pero la cena de ayer ha sido un punto y final.
Pedimos un tartar de atún que no sabía a absolutamente nada, un color muy rojo eso sí, imagino que a base de algún tipo de colorante, porque el plástico tiene más sabor que eso. Para más inri, te sirven el atún con aguacate totalmente duro, tomate y cebolla troceados que no sé qué se supone que deben aportar al plato. Semejante plato por el módico precio de 20€. Aparte, zamburiñas, boquerones y chocos también a cada cual más insípido. En definitiva, la cena de ayer fue una auténtica estafa, pagamos 33€ por cabeza cuando lo único que se salvaba es el tinto de verano con limón y la ensaladilla rusa.
Claramente quieren abarcar más de lo que pueden porque si bien el trato de los camareros es siempre agradable, anoche mismo te decían que estaban saturados (en dos ocasiones tuvimos que pedir de nuevo la bebida porque no la traían).
Suerte tienen por su ubicación, porque si dependieran de la calidad del pescado y marisco que sirven, habrían tenido que cerrar hace tiempo. Un...
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