Lo primero decir que estupendo, como siempre, el servicio. Camareros por todas partes, atentos y amables. La comida, mezcla de clasicismo e innovación, con guiños a la gastronomía local, pero con toques de modernidad e incluso jugando con lo vintage (como las quenelles con textura de mus en el paté de perdiz, muy recomendable).Tiene una extraordinaria variedad de pescados (fritos, guisados, macerado e incluso crudos), verduras y ensaladas (con raciones abundantes, de compartir) y toda la gama de carnes que se puede desear... Los postres, pocos pero muy ricos (tiene heladería propia, si queremos ir por ese lado...) Por buscarle un punto de mejora, la carta de vinos es algo escasa y la temperatura de servicio no es correcta (sobre todo en una noche especialmente calurosa como la que nos tocó), pero es algo solucionable con un cubo de hielo... En resumen, mi mejor opción por calidad/precio en Almagro, en este momento.