Este restaurante es una joya inesperada de Badajoz. Y digo inesperada porque parece mentira que haya un local con comida tan a la última en un rincón así de sorprendente: una calle estrecha y tranquila en pleno centro histórico de la ciudad (prácticamente a los pies de la Alcazaba).

El sitio es pequeño pero acogedor, y el personal ofrece un trato intachable. La camarera que nos atendió, muy amable, resolvió sin problemas nuestras dudas acerca de la carta (tamaño de las raciones, ingredientes, aliños...).

En cuanto a la comida, nos decidimos por el hummus con berenjena en tempura y miel y por las gyozas de pollo. No sé cómo estarán el resto de platos, pero lo nuestro fue un acierto: el hummus delicioso, la tempura de las berenjenas ligera pero crujiente, y la miel. combinaba a la perfección con ambos; las gyozas, por otro lado, son las más sabrosas que hemos probado hasta ahora. Ni siquiera en los "Sushi Bar" o en restaurantes japoneses las hacen así de ricas. Al igual que la tempura, la fritura de las gyozas no era nada pesada.

Y no puedo terminar sin mencionar los postres. Probamos la tarta de queso y las rocas de brownie. Lo primero, un puntazo la presentación. Lo segundo, y más importante, que ambos son postres de 10 . La tarta es de horno, cremosa a la par que consistente, intensa pero sin ser agresiva. El brownie no es de estos dulzones que parecen más una masa de azúcar con chocolate, no, y, a pesar del nombre, no estaba duro, sino bien esponjoso. El contraste brownie-helado es una sensación de otro mundo... ¡Ah!, y el café está riquísimo también. Por si fuera poco, las raciones son generosas.

Enhorabuena a todo el equipo de Voodoo. ¡Ojalá nos volvamos a ver pronto!