Fui con mi familia para "disfrutar" (disfrutar es una manera de hablar) del Pintxo Pote (promoción de una tapa y una bebida a 5 euros que ofertan muchos locales de Calafell Playa los viernes por la tarde-noche). Básicamente fui obligado porque el resto de mis familiares se empeñaron en ir, porque si por mí hubiera sido no hubiera ido (ya tenía una experiencia nefasta de veces anteriores y ésta no fue distinta). Si bien las tapas son buenas (en honor a la verdad no puedo decir lo contrario), a diferencia de otros locales que han sabido adaptarse y hacer una correcta distribución de los espacios y las mesas que permitan conciliar el reparto del espacio entre los clientes que consumen Pintxo Pote y aquellos que optan por un menú/cena, el Petit Duval relega a los clientes del Pintxo Pote (y creedme, son muchos porque los viernes en Calafell mucha gente cena a base de Pintxo Potes) a un espacio muy reducido, con una barra pequeña atestada de gente, de pie y hacinados como "borregos", mientras los camareros pasan entre los clientes, algunos abriéndose paso a "empujones" (de hecho a mí uno de ellos me propinó un buen empujón para abrirse paso con la bandeja), mientras tienen TODAS las mesas vacías (y tienen dos plantas con mesas). No te dejan sentarte (en otros locales con el mismo espacio o menos permiten a los clientes del Pintxo Pote sentarse; lo tienen montado de otra manera y o bien tienen mesas reservadas para el Pintxo Pote o bien te permiten sentarte con la condición de dejarlas libres a una hora, pero en el Petit Duval no; ellos son así de rígidos, aunque las tengan vacías). Aludían a que tenían reservas, pero en el buen rato que estuvimos allí, no vi a nadie acudir para una cena estándar (como no sean reservas para "desayuno"...). Nosotros íbamos con una persona mayor y tuvo que sentarse mal sentado en una silla en una esquina de una barra. Vergonzoso. Todo un paradigma de maltrato hacia el cliente. Gestión y marketing también nefastos (porque podrían perfectamente redistribuir el espacio y dejar una zona reservada para clientes que van a cenar de carta, y otra diferenciada para los clientes del Pintxo Pote, que espacio tienen de sobra; pero claro está, otra cosa bien distinta es que haya voluntad... (que en el caso de este local, a todas luces puede verse que no hay). La ambición de querer hacer caja con la carta a veces puede más...). Para eso, más vale que no participen en el Pintxo Pote, que hay muchos más bares y restaurantes en los que poder disfrutar de esta promoción... Ofrecer Pintxo Pote de este modo, no merece la pena y si realmente no les es "rentable" como me quería hacer ver una camarera (cosa que dudo), que no lo hagan. Para hacer las cosas mal más vale que no las hagan. Y aunque los camareros son respetuosos, me pareció francamente insultante hacia el cliente que pretendieran justificar dicha situación con el tema de las mesas (que repito, estaban TODAS VACÍAS). Hacía mucho tiempo (por suerte) que no me veía obligado a escribir una mala reseña de un lugar ya que por fortuna, casos así como el Petit Duval son excepcionales. En este caso no pongo menos puntuación porque...
Read moreWe, party of 2, ate here around 10pm. Unfortunately, we were not all that satisfied with the service we were provided and the food we got.
The hamburger was actually quite good end enjoyable and nothing to add here.
However, there seemed to be some communication issues with the waitress.
Our entrecote was ordered medium, however arrived very rare. It was not clear if the kitchen decided to not follow the instructions given by us to the waiter, or if the communication was misunderstood. We later asked to cook the entrecote more, which resulted in a slight improvement, however still far from the medium we initially asked for. The person eating this entrecote, unfortunately did not fare very well with this and had to endure stomach ache and vomit throughout the night.
Some requests to bring salt was also either misunderstood in communication or not fulfilled.
We, unfortunately, were not able to experience the atmosphere described in...
Read moreAquellos que vivimos en zonas costeras devenimos en un sinvivir hostelero por la temporalidad turística. El fin de semana eclosiona un poco la (limitada) oferta de restauración porque siempre vienen sapiens despistados en busca del solecito primaveral que sacia por momentos esa ansia viva veraniega en la que viven inmersos nuestros congéneres urbanos. En esas estábamos en casa, disertando sobre qué buscar, opciones, posibles horarios y apareció este establecimiento. Buena impresión a primera vista y decidimos poner en marcha las tres Bes: "balor, bista y buevos". Espero que ningún ferviente aposentado de la RAE lea esto, más que nada por el qué dirán. Servidor cotiza en reputación y buenas costumbres. Tras reserva previa llegamos al local. Por las calles de Calafell playa no había apenas gente. Era miércoles. "Mejor para nosotros", pensé. El local acogedor, media entrada y lejana la opción de colgar el cartel de "no hay billetes". Tras el repaso a la carta, y la cerveza previa de rigor, solicitamos las elecciones. Elegimos carta, aunque existía la posibilidad de un menú bastante arreglado que se dejaba mirar por algo menos de 20 euros. Alcachofas, anchoas en base de pan de coca y tomate, berenjenas asadas con vinagreta de miel, un canalón de ternera en salsa de setas y una tempura de calabacín y aguacate que se agarraba a un tipo de mayonesa picantona que no desentonaba. Las alcachofas bien, pelín bajas de temperatura, pero se dejaron meter mano; las anchoas muy buenas, entraban solas acompañadas del pan que estaba exquisito; las berenjenas, en líneas generales, de lo mejor de la noche: melosas, toque cremoso y su puntito del queso de cabra por encima; los canelones muy buenos, con la temperatura de forja toledana que les faltó a las alcachofas y al final la tempura, buena, pero tras la berenjena y el canelón quedaron fuera del podio sin opción a medalla. Un par de postres finales, en los que destacaré el "carrot cake" con un "frosting" de crema que resultó entrañable y adictivo. No obtuvo los mismos honores la previamente loada tarta de queso, pero para eso está el gusto particular. Una garnacha blanca excelsa (conocida) "amenizó" el ágape y la velada. En resumen, buenos sabores, muy correcta elaboración, alguna temperatura a revisar y en algún que otro plato se echó en falta un "cucharón" más. Lugar perfecto para un tapeo, buena carta de vinos y estancia agradable por el acogedor local y el servicio. Apuntado...
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