Edito la reseña. Ha mejorado considerablemente. La atención de 10 por parte de la camarera. Rapidez en servir lo pedido. Muy bien aconsejado por la camarera a la hora de pedir explicando los platos. Comedor y barra llenos. Lo que no ha mejorado es el ruido de la gente vociferando pero eso va en la educación de las personas no del local.

Sitio nuevo con una decoración muy bonita de sidrería, aunque si que sobran las cajas de plástico de las botellas de sidra. Se ve y se nota una limpieza de 10. Cuando llegamos (previa reserva) solo estábamos 2 mesas en el salón y aun así tardaron en tomarnos nota de la bebida y traernos las cartas. Nos trae el camarero la botella de sidra con el escanciador y tuvimos que llamarle para saber como funcionaba (a los otros comensales de la otra mesa también les paso lo mismo) Un poquito de empatía por favor. Pedimos 2 raciones de cada. Cuando traen la 2ª le tuvimos que decir que eran 2 de cada para compartir en la mesa. Cosa buena que tienen que si quieres pan lo tienes que pedir, no es el típico sitio que te lo ponen sin preguntar y luego te lo cobran. De las 4 raciones (x2) solo se salvan los calamares. Las bravas frías, y cuando las vuelven a traer vienen recalentadas en el microondas con la alioli incluida. La oreja insípida, sosa, y las tiras de pollo también frías. A las 23h cuando nos íbamos estaba el salón lleno con 5 mesas y con el mismo camarero el solo. Ahí radica el problema de la lentitud del servicio, pero cuando al principio estábamos solo 2 mesas no justifica esa lentitud... No esperes tampoco escuchar fluidamente lo que habléis en la mesa, al estar muy junta la barra con el salón, sin separación ninguna y la barra llena de gente el ruido propio de bar, los gritos de publico y camareros se hace ensordecedor. Espero que cambien porque el sitio promete y mucho.