One of the best dining experiences I had in a long time.
Food: This place really is all about the produce. While the menu also represents mostly local dishes, it really gives them a new interpretation of how they can taste when you only select the best quality product. I let the chef pick what I should try, and there were things I would’ve definitely not picked myself if I’d only seen the menu and I was so happy I tried new things – simply everything here is delicious. My personal favorites: the anchovy cracker and the mango chili ice cream!
Drinks: I was most surprised by the wine selection, because in this rural area I didn’t expect a local restaurant to have this great of a natural wine and pet nat selection. Again – the owner of the restaurant really puts his attention to every detail. I would recommend the Pet Nat Rosado!
Atmosphere: The ambience is really inviting, almost as if a good friend invited you into their cosy but very stylish living room. Light concept is A+ and also the selection of tables, chairs, stools, natural materials on the counters… everything is just top-notch and really makes this whole fine-dining...
Read moreLa genialidad tiene un precio... y no siempre lo vale.
Hay restaurantes que buscan sorprender. Y luego están los que, en su afán por la originalidad, te presentan dos lonchas de cecina por 16 € como si vinieran acompañadas de una sinfonía en directo y un diploma de cata. Pero vayamos por partes, como la carta (y el servicio) de este restaurante de autor que, sin duda, tiene personalidad. Otra cosa es que siempre acierte.
La propuesta es atrevida, las combinaciones imaginativas y los sabores... ricos. No espectaculares, no memorables, pero ricos. Eso sí: todo llega a su debido tiempo, lo cual se agradece. Si vas a compartir, cada plato desfila como modelo en pasarela: uno por uno, sin apreturas ni atropellos. Una delicadeza que se aplaude. Pero como en toda buena pasarela, a veces alguna modelo tropieza. O directamente no llega.
El caso más flagrante fueron los handrajos —últimos en llegar, aunque parecían haber pasado antes por el Mar Muerto de lo salados que estaban. La explicación: "hemos cambiado el queso". El resultado: incomibles. Pero claro, ¿probarlo antes? Eso ya sería demasiado mainstream.
Mi sobrina, adolescente y hambrienta (dos estados peligrosos combinados), se quedó mirando cómo los demás terminaba mientras el plato estrella, se retiraba discretamente. Tras un intercambio amable, por un steak tartar —nada que ver, pero en esa carta no hay mucho margen para planes B juveniles. También se hizo esperar. Al final, ella cenó sola, nosotros bostezando viendola comer y la camarera aún sonriendo.
La cuenta llega. Nos explican que "han quitado la pasta y puesto el tartar". Gracias, pero en un restaurante con aspiraciones de alta gama y precios de galería de arte, uno espera algo más que un ajuste contable. Un gesto, una cortesía. Porque el estilo no se cobra, se tiene. Y aquí, lamentablemente, se nota más el intento que la elegancia.
En resumen: un lugar con intenciones nobles, platos vistosos, precios con aspiraciones olímpicas y una experiencia desigual. Puedes ser creativo, puedes ser caro... pero si no pruebas tus propios platos antes de servirlos, y si no sabes cuidar los detalles cuando fallas, lo único que terminas vendiendo es humo de autor....
Read morePaseando por Rodalquilar nos llamó la atención este restaurante y probamos suerte para reservar, pero estaba lleno (y no es de extrañar). Aun así, Elena tuvo el bonito gesto de hacernos un hueco montando una mesa especialmente para nosotros, algo que ya nos ganó desde el principio.
Mientras esperábamos a la hora de la cena, fuimos a tomar algo a Las Negras y, por pura casualidad, conocimos en La Polacra (su local de cócteles) a Leonardo.
Al regresar al restaurante y sentarnos a la mesa, nos sorprendieron con una copa de cava de cortesía, invitación de Leonardo, y una original salvia en tempura. Desde el primer bocado supimos que estábamos ante una cocina que cuida el producto y respeta su esencia. Todos los platos estaban exquisitos, elaborados con ingredientes frescos, locales y de altísima calidad. Mención especial a las gambas: nunca había probado un producto tan bueno, tan natural y tan bien tratado. También nos encantó el original plato de andrajos, absolutamente recomendable para los amantes del queso, y los fiori di zucca, que en esta ocasión salieron en un tamaño más pequeño y solo nos cobraron una de las dos piezas, un gesto que refleja la profesionalidad y honestidad del equipo.
El local es natural en su pura esencia y cuidan hasta el último detalle: respetan el espacio entre mesas para que puedas disfrutar de una buena conversación acompañada de un buen vino, y controlan a la perfección los tempos y pases de los platos, haciendo que la cena sea una auténtica experiencia para todos los sentidos. Es un restaurante para disfrutar sin prisas y saborear cada bocado.
El local estaba perfectamente aclimatado, con una temperatura muy agradable incluso en el exterior. La terraza tiene un encanto especial: está junto a la pista de petanca de la plaza principal, lo que le da un toque pintoresco y divertido. Las mesas, impecables y con mantel, y el servicio, excelente: las camareras fueron siempre atentas, amables y explicaron cada plato con detalle.
En definitiva, una experiencia gastronómica impecable, en un lugar con mucho encanto y un equipo que sabe lo que hace. Gracias por habernos regalado este bonito recuerdo en nuestras vacaciones....
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