Uno de los indispensables de Tenerife, y una de las joyas de la gastronomía canaria. Cocina que apuesta por el producto fresco de mercado, una elaboración esmerada y un servicio excelente con la gente de siempre. Los camareros llevan aquí toda la vida y ofrecen cada día lo mejor se sí, en un ambiente cuidado y muy limpio dónde degustar las mejores viandas. La carta es muy variada y ofrece ensaladas, carnes y pescados de gran calidad. Tiene además una bodega muy bien surtida y los caldos son todos buenos. Pedimos para compartir: una tabla de quesos canarios; un timbal de bacalao y batata (es un plato típico de estas Islas con sus dos mojos: rojo y cilantro); unos huevos rotos con jamón; un timbal de morcilla canaria (ojo, que no es al estilo de Burgos, la de aquí es dulce, y viene acompañada de queso y un aderezo); y por último unos medallones de carne acompañados de una rica salsa con champiñones y puré. Probamos el vino: Domínguez (que es de la zona, y estaba estupendo). Para terminar un surtido de postres: bienmesabe, quesillo, puding de higos y un sorbete de limón. El café es bueno y tomamos además un orujo de hierbas. Recomendable total.